El Hombre de Vitruvio |
En su dibujo El Hombre de Vitruvio
Leonardo da Vinci centró en el cuerpo humano la medida de todas las cosas. Pero
no nos desviemos, al tajo.
Hoy cuantificamos casi todo, nos avisa Daniel Innerarity, cuantificamos
hasta la calidad del vino, o del sistema educativo, o la popularidad de los
políticos, o la calidad de vida en las ciudades… En el campo político los ciudadanos ya no interesan como personas sino por sus votos. En nuestro régimen de
Omnimetría todo puede y debe ser medido pues “sin las cantidades nada se evalúa
con objetividad”. Porque los números transmiten precisión, claridad,
simplificación, imparcialidad, objetividad, verificabilidad, neutralidad. Hasta
la valoración, que es algo que en principio tiene que ver con la calidad, se
formula en términos cuantitativos.
Las ciencias sociales, como la Sociología, la Psicología, la Antropología…,
incluso la Economía, renegando de su libertad al trabajar con hipótesis más que
con fórmulas matemáticas, al sentirse inseguras centíficamente por moverse en las arenas movedizas donde la
libertad del ser humano lo hace a menudo impredecible, incluso las ciencias
sociales fuerzan un absurdo e innecesario reduccionismo
a las ciencias físicas usando números y fórmulas en lugar de conceptos que le
son propios para dotarse de credibilidad o al menos darse un baño de proposición científica.
La seguridad que dan los números falla en campos como el de las
estadísticas que presume de reflejar una realidad objetiva cuando en realidad
son construcciones selectivas que en parte producen esa misma realidad. Algo
que Isabelle Bruno ha llamado statactivism,
el activismo político inducido por las estadísticas. La ley de Campbell advierte
de esa modificación de la realidad al ser medida. El psicólogo americano la
formuló así: “Cuanto más se aplica un indicador cuantitativo para las
decisiones sociales, tanto más se distorsionan y corrompen los procesos
sociales que debería observar”. Porque no es verdad que las mediciones o los
indicadores sean completamente objetivos y desinteresados. Stiglitz y otros,
por ejemplo, se plantean si en el cálculo del PIB deberían incluirse la desigualdad
económica y social o las cuestiones medioambientales.
[Por si nos sirve de algo recordaré que el ingenioso dios griego de las medidas, Hermes/Mercurio, el mensajero de los dioses, es también el dios de las mentiras, de los robos, los viajes, las farmacias (ved las serpientes en la punta de su caduceo), de los informadores (heraldos, hoy día informáticos, la vara como micrófono), o de las encrucijadas, incluso de la última, la que nos lleva al más allá.]
Buen inicio del año...
ResponderEliminarHa Ud. desenpolvado toda la biblioteca y las conciencias.
Que cantidad de conocimientos ha puesto sobre la mesa.
Buen inicio de año...
ResponderEliminarMuy buena cantidad de conocimientos y reflexiones sobre las mediciones que en realidad se realizan bajo del agua.