Anoche tuve un sueño. Y no precisamente el de Martin
Luther King. Si lo cuento es porque yo nunca sueño, lo que hace que mi aventura
de anoche me resulte singular. Duermo con una mascarilla de Cepap y últimamente
me la tengo que quitar a medianoche porque me incomoda y me da dolor de cabeza.
Lo cuento,
va. Resulta que en mi casa nadaba un pez por la pared, en vertical, sin agua ni
nada. Era una piraña. O al menos tenía toda la pinta de una piraña, como la que
me traje un día disecada de Venezuela. Y el caso es que andaba sin caerse. Se
deslizaba como una sabandija, o una salamandra. Y se empujaba, o propulsaba, a
coletazos, plas plaf.
Una pareja
de dos jóvenes que andaban por allí (adivina tú qué harían por allí, pero es
verdad que estaban, porque te lo crees, como en el cine, que te lo crees todo porque
lo ves), pues esa pareja me ayudaron a cogerlo, que no veas cómo se resbalaba.
Todo mi
afán era meterlo en el agua. Cogí una pecera, como en el cine que siempre hay a
mano lo que haga falta para cogerlo, que más bien era un recipiente rectangular
de 50x20x30, más o menos, de plástico transparente (hay que ver los detalles
que recuerdo), la medio llené de agua y metí el pez en su elemento. En su
elemento? Y si se ahogaba?
Fue ese
temor lo que me despertó. Así que no sé cómo acabaría la cosa. Pero antes recuerdo
que quise ponerle un nombre, una palabra que sirviera a los amigos para hablar,
a los amantes para amarse, a los militares en el campo de batalla para
negociar… Que a cuento de qué viene esto? Ni idea, yo sólo estoy contando lo que pasaba en mi
sueño. Tal cual.
Qué podía
significar? Si ese pez era yo mismo disfrazado, se trata de una fase evolutiva?
era yo en mi existencia anterior? será lo que yo seré en mi nueva vida? Pero si
se trata de una evolución, cómo voy a reproducirme sin pareja? Estas son
algunas de las preguntas que me hago.
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