sábado, 4 de noviembre de 2017

1446 (S 04/11/17) La izquierda siniestra

No es la primera vez que tocamos este tema, pero me han pedido que lo repita y aquí va.
Los términos izquierda y derecha han quedado obsoletos después de la caída del muro de Berlín. La dicotomía entre la política que atiende a los más necesitados y la que protege los intereses de la minoría privilegiada ha cedido el paso a la distinción entre progresistas y conservadores, persiguiendo ambos aparentemente el interés de todos, pues ambos buscan el mayor número de votos, y discutiendo pocos la conveniencia de la propiedad de los medios de producción, marcando la diferencia el interés por una economía de mercado sin paliativos o la intervención pública en aras de una más justa redistribución de la riqueza.
Es curiosa la aversión por lo “siniestro”, que proviene del hecho de que todo lo perteneciente a la antigua diosa (que residía en el Tár-tar-o, al oeste del oeste, a la izquierda de la izquierda) fuera anatematizado por el nuevo orden patriarcal que se pronunció abiertamente por la derecha (right en inglés es tanto derecho, como legal, como correcto). Como ocurrió con el calendario solar de doce meses que se impuso al lunar de trece meses, demonizándose el número 13 desde entonces, por “siniestro”, suponemos, pues los tiempos lunares eran propios de tiempos anteriores, de las comunidades maternales.
Y así la izquierda pasó a ser “siniestra” y de izquierda se tildó la actitud que se inclinaba por los cambios, contra la derecha conservadora que prefería las tradiciones seculares (siempre que no se remontaran más allá de los tiempos patriarcales).
Debemos aclarar que los nuevos calificativos de “progresista” y “conservador” (los dos se precian de proclamarse centristas para atraer el máximo de votos electorales) son tan correctos el uno como el otro: el primero porque propugna cambios (mejoras) y el segundo porque se aferra a lo que tiene (señal de que tiene algo que conservar, entre otros los valores, lo que le hará defender con más calor lo que posee, entre otros su territorio patrio). Los dos son, pues, pues tan correctos y aceptables como incluso necesarios.
Se propone un ejercicio mental, puede llamarse test, con términos (valores) en dos columnas, la izquierda de las cuales identifica al “progresista” mientras que la derecha retrata  al “conservador”.

Izquierda                                Derecha
Libertad                                   Orden
laicismo                                   Dios
redistribución de la riqueza       economía de mercado
impuestos redistributivos           herencia
servicios públicos                    servicios “públicos” privados
educación pública                    educación privilegiada
sistema de salud pública           sistema de salud privada
dudas                                      dogma
duda metódica (autocrítica)       mentira
cambios                                   conservación de lo conocido
comunidad                               familia nuclear
feminismo                                familia y matrimonio (Sra.de)
amor libre                                monogamia
humor cínico                           ejercicio del poder
diálogo                                    intolerancia
diversidad                                uniformidad
la mezcla                                 la raza
integración                              xenofobia
internacionalismo                    nacionalismos
atenciones sociales                  populismo
justicia                                   venganza
reinserción del criminal           pena de muerte
solidaridad                              mercantilismo
ecología                                  acumular riqueza
afectos a Diónisos                   devotos de Apolo
    (añadan ad libitum…)                                        
Un joven conservador resulta tan extraño como un anciano progresista. No se sorprendan si, creyéndose de una ideología determinada, su conducta se comporta en alguna otra dirección. Algunos podrán quedar decepcionados si, al atribuirse los distintos conceptos de las dos columnas, resulta que en la realidad adoptan una “actitud” distinta de la que suelen utilizar como etiqueta.
Por último no se trata de adscribirse a la columna que sea por completo, sino que podemos ser, y somos, más o menos progresistas o conservadores sin que ello nos impida aceptar ciertos valores que están en la columna a la que no creemos pertenecer. Nadie es 100% progresista o conservador, ya que las notas o valores que se consignan en cada columna son extremas y cada uno de nosotros estaremos más o menos en medio. Se trata, pues, de valorar nuestras inclinaciones más que exigirnos una pureza ideológica que no consideramos fuera recomendable. Por ejemplo, nadie duda que el Orden y la Libertad son dos valores necesarios y, más aún, que cada uno necesita del otro; pero de lo que se trata es de por cuál de los dos nos inclinamos, lo que no significa que, optando por uno de los dos como prioritario, reneguemos del otro. Por su naturaleza, el establishment preferirá el Orden mientras que el individuo se inclinará por la Libertad. Y parecen compatibles (tanto como necesarias) la redistribución social de la riqueza como la economía de mercado, si a ésta segunda se le grava con los impuestos suficientes para hacer posible la primera.
El test sólo pretende ayudarnos a conocer cuán lejos o cerca estamos de cada uno de los extremos.
En materia de Servicios Públicos (como la educación, la sanidad, la justicia…)  versus su privatización, se puede apostar por los primeros y al mismo tiempo exigir su gestión privada, lo que significa que el paciente pueda elegir el centro de asistencia o atención (los cuales competirían entre sí) cuyos servicios en todo caso serían pagados con fondos públicos.
Dado que el Poder tiende al autoritarismo y a la uniformidad, la sociedad civil hará bien manteniendo un ojo vigilante sobre la intensidad y extensión de su ejercicio.

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