sábado, 31 de diciembre de 2016

1354 (S 31/12/16) Balance del año, un chute de optimismo



Annus horribilis, lo han calificado a 2016. La crisis, el paro, las migraciones, Siria, la corrupción impune de los políticos, la crisis de los valores, la posverdad de las mentiras, la contaminación de la atmósfera…

Sin embargo, si hacemos caso a J. Carlin, N. Carretero, K. Llaneras y B. Hermoso, hay motivos para un chute de optimismo. Si bien no podemos negar la desigualdad económico-social en Europa, y en especial en España, con motivo de la política económica dictada desde el Buba de Frankfurt, también lo es que a nivel global los países en desarrollo han visto aumentarse sus ingresos, ampliar su longevidad y facilitar el acceso a la educación, reduciéndose en más de un 10% la población mundial que vive en extrema pobreza: cada minuto que pasa cien nuevas personas salen de ella. En el sur de Asia la sufrían el 50% y ahora el 15%, al este de Asia del 80% se ha reducido al 3,5%. Analfabetos en todo el planeta del 44% en los 80 hemos bajado al 15%.  Contaminamos el planeta de un modo suicida, y sin embargo se ha frenado la contaminación mundial por la quema de combustibles fósiles por tercer año consecutivo. En materia de sanidad se ha erradicado el ébola en África, y las muertes por malaria y el sida han bajado el 50% desde el año 2000. Y en cuanto al centenar de guerras que asolan la Tierra, si no enfocamos la lupa en Alepo y en el Oriente Medio, el número de muertos ha descendido en fuertes proporciones. Y en cuanto al terrorismo, en 2015 murieron 151 personas contra las 26.100 que fallecieron en las carreteras. Es, pues, irracional que nos asuste más ir de vacaciones a París que conducir al trabajo cada mañana.
     Pero entonces, qué pasa? es que no hay desigualdad y paro y crisis en España? Sí, claro que las hay, pero con la perspectiva adecuada son dientes de sierra en una evolución del desarrollo que avanza en línea ascendente aunque no lineal. Por otra parte “nuestra biología nos impide estar absolutamente satisfechos a fin de mantenernos activos, curiosos, despiertos y ambiciosos”.
     Y si todo va tan bien (ya sé, ya sé, que con la perspectiva adecuada), por qué nos quejamos tanto? Pues porque somos más críticos, menos tolerantes con la corrupción y las injusticias, y estamos sobresaturados de información, una información alarmista de males y desgracias que los medios necesitan (las buenas noticias no venden) para incrementar la audiencia y vender más ejemplares: los males son más mediáticos que reales. Aparte de que los políticos que ejercen el poder nos quieren asustados porque el miedo nos hace sumisos y votar a los más chulos y prepotentes.

   Por último, la aceptación de una renta básica (universal), tímida pero concreta, anuncia los nuevos tiempos en que el trabajo ya no será necesario para sobrevivir, sino un complemento gratificante que dará al traste con la maldición bíblica de tener que sudar para poder comer. Las nuevas tecnologías desplazarán cada vez más a una gran parte de la población activa pero no nos mandarán al paro sino al ocio que tendremos que aprender a disfrutar.

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