Si no hay mal que por bien no venga, estos
cuatro años malditos han tenido un efecto no deseado por los culpables: la
sociedad civil se ha sensibilizado en el tema de la corrupción. Pero esto no es
suficiente para acabar con esta lacra. Hay que lapidar moralmente a los culpables,
no por justicia ni por venganza, sino para curarnos del trauma que nos ha
estigmatizado y obligarles a jugar un papel ejemplarizante. Aparte de las
condenas penales y la devolución hasta el último céntimo (con intereses) de lo
robado o malversado, propongo dos actuaciones concretas más: una, publicar sin
límite de tiempo en todos los lugares publicables una lista de INFAMES con sus
fotos para conocimiento de toda la población; dos: exponer sus fotos tamaño
gigante con cestas de tomates a sus pies para que la ciudadanía se desahogue
estrellando la fruta en sus rostros caricaturizados (catarsis). Y si esto no es
viable, que un equipo de creativos invente algo similar que sea viable y
permita desahogarse al personal.
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