sábado, 21 de mayo de 2016

1201 (S 21/5/16) El mal de Portnoy

Qué puedo deciros de Philip Roth? Que lo leáis.
   Es un judío que, sin renegar de serlo, arremete contra la hipocresía de sus ritos y normas religiosas, aunque su descarada sinceridad valdría con cualquiera de las religiones. Son muchos los que hace ya bastante tiempo se preguntan cuándo van a darle el premio Nobel de literatura, que no acaban de concederle, lo que algunos entendemos por lo descarnado de sus textos que un país puritano tiene que rechazar. A pesar de lo cual ha recibido premios tales como el National Book Award, el del Pen Club, Pulitzer
    Recojo aquí una muestra de Portnoy’s complaint (El mal de Portnoy, 1969, mejor sería traducirlo como La lamentación de Portnoy. Un monólogo de Alex Portnoy con su psicoanalista.
     Mojigatos y pusilánimes, abstenerse):
    
Y tú, eh! ¿cuándo vas a casarte de una vez? ¿Cuándo va Alexander Portnoy a dejar de ser un egoísta y dar nietos a sus padres que son una gente maravillosa? ¿Vas en serio con alguna chica, tronco? Perdona que te lo pregunte, yo sólo soy tu padre, pero no voy a vivir eternamente y tú, te lo recuerdo por si se te ha olvidado, eres el que lleva el apellido, y a lo mejor quieres compartir el secreto conmigo… Sí, vergüenza y oprobio!, Alex P. es el único de toda su clase del colegio que aún no ha dado nietos a su papá y su mamá. Todos ellos están ya casados, cada uno con su preciosa judiita, y han tenido hijos y (cito a mi padre) han comprado casa, echando raíces. Mientras todos los demás hijos prolongan sus apellidos, él se ha dedicado a…, a qué? a perseguir coños! Y para colmo coños de shikse! (no judías, descatalogadas del menú judío) a cazarlos, a olerlos, a lamerlos, a shtupeárselos y, sobre todo, a sólo pensar en ellos! noche y día, en la oficina y en el trabajo, con treinta y tres años que tiene y aún sigue merodeando por las calles con los ojos fuera de las órbitas…, treinta y tres años y aún sigue comiéndose con los ojos a todas las chicas que se sientan enfrente de él en el metro cruzando las piernas, y fantaseando con ellas… Maníaco sexual incapaz de controlar ese deseo permanente que arde en su interior de novedad, de descontrol, de lo imprevisto… Todas las chicas que él ve al final resulta que tienen entre las piernas… un auténtico coño! Cuando miras a una chica, ¿qué es lo que sin duda lleva puesto? Pues un coño! Todas, todas, tienen un coño! Coños para follar. Y doctor, Señoría, o como sea que usted se llame, para él no hay diferencia cuando saca algo en limpio o no, pues mientras bombea el coño de hoy lo que hace es soñar con el coño de mañana. Y tanta ansiedad, tanta cachondez, ¿es una enfermedad? ¿o es una hazaña? ¿o ambas cosas a la vez? ¿estoy presumiendo, quizá? Pero oiga, al menos a mis treinta y tres años, no estoy atrapado en un matrimonio con alguna persona agradable cuyo cuerpo ha dejado ya de interesarme, mírese como se mire. Por lo menos no tengo que follar por compromiso, sin deseo. Aunque también me pregunto: ¿cuánto tiempo voy a seguir experimentando con mujeres? ¿Cuánto tiempo más voy a seguir metiendo la cosa en todo agujero que se preste? ¿Cuando terminará esto? Aunque por qué tiene que terminar! ¿para dar gusto a mi papá y a mi mamá? ¿para cumplir con la normativa? ¿Para qué tengo buscar tantas justificaciones por ser algo que desde siempre se ha conocido como estado de soltero?, ¿cuál es el delito?, ¿la libertad sexual?, ¿a estas alturas?. ¿A quién hago daño con mis deseos? Yo no obligo a ninguna a que se meta en la cama conmigo. Tengo deseos, pues muy bien, tengo deseos sin fin, ¿no es esto una bendición? al menos desde el punto de vista del psicoanálisis… Qué fascinantes son esas aperturas y orificios…, mire usted, es que no puedo parar, ni atarme por mucho tiempo a ninguno de ellos.
Al final, y esto es tan cierto como que vamos a morir, con el paso del tiempo el deseo se agota. ¿Por qué debo casarme, a ver, por qué? eso de obligarme por contrato a dormir con una sola mujer durante el resto de mis días… Figúrese: suponga que voy y me caso con A, la de dulces tetas, etc. ¿Qué ocurrirá cuando aparezca B que las puede tener más dulces? o más nuevas… O cuando aparezca C que menea el culo de un modo que no veas…, o D , o E, o F…, estoy sólo tratando de ser franco con usted, doctor, ¿por qué tendría que renunciar a todas ellas? dígame, ¿por amor? ¿qué amor? ¿Es amor lo que une a todas esas parejas que conviven por estar obligadas por el matrimonio?, ¿no será más bien por debilidad?, ¿o por miedo a la soledad? ¿o por apatía, costumbre, o por culpa, por inercia, por miedo, o por falta de redaños…, muchísimo más que por amor, amooorrr, ese amor que se no les cae de la boca a los consejeros matrimoniales, melodramas televisivos, compositores de canciones, y que es el sueño de los psicoterapeutas? Por favor no nos vendamos la moto unos a otros con la mierda del amor y de su duración, amor eterno, amor true. ¿Cómo puedo casarme para siempre con quien ahora amo, sabiendo, como lo sé, que dentro de 3, 5 ó 6 años voy a encontrarme en la calle con un coño nuevo, fresco, mientras mi muy dulce esposa, que me ha montado una casa estupenda para vivir, etc., habrá de soportar su soledad y mi abandono? ¿Cómo podría hacer frente a sus terribles lágrimas? ¿Cómo podría ponerme delante de mis hijos que me adoran? Y luego, entonces, el divorcio, hale, a divorciarse tocan!..., con el tema de la manutención de los hijos, los derechos de pensión, el régimen de visitas… Maravillosa perspectiva, maravillosa.

Obras suyas son: Goodbye Columbus, Letting go, Leaving a doll’s house, Engaño, Mi vida como hombre, Los Hechos, Cuando ella era buena, Nuestra pandilla, Indignación, La humillación, Némesis, El pecho, El profesor del deseo, El animal moribundo, Sale el espectro, Operación Shylock, El teatro de Sabbath, Me casé con un comunista, La mancha humana (adaptada al cine en el año 2003), El animal moribundo, Pastoral Americana (premio Pulitzer 1998), la Conjura contra América, El mal de Portnoy…
     Que cuál os recomiendo? Todas, En serio, todas. Pero bueno…, empezad con El teatro de Sabbath, feroz crítica contra su educación recibida, o Sale el espectro, o este mismo elegido como muestra de El mal de Portnoy cuya sonrisa y humor con saña de cabo a rabo están garantizados. O Pastoral Americana, o La conjura contra América…

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