domingo, 13 de marzo de 2016

1173 (D 13/3/16) Dura lex, sed lex

Las leyes no están para interpretarlas (cada uno como quiera, parece querer decir) sino para cumplirlas. Estoy harto de oír esta barbaridad que busca amparo en el aforismo dura lex sed lex, la ley es dura pero es la ley, y punto. A los ortodoxos de este dogma no les gusta que las leyes se interpreten ni siquiera por los jueces! Hay que aplicar el texto de la ley estrictamente porque, si no, a dónde podríamos ir a parar!
       Los cretinos que se niegan a que la ley pueda y deba ser interpretada ignoran que hay otro aforismo, también latino, que dice summum jus summa iniuria, y que afirma que la aplicación estricta y textual de la ley es la mayor de las injusticias. Se trata de aplicar la ley de manera que su espíritu, su intención, se cumpla. Aunque para ello haya que aplicarla incluso contrariando su texto escrito. Es lo que se llama en Derecho equidad, según estudiamos en la carrera, que es lo que hacen los jueces al adaptar la ley a cada caso concreto, en su contexto y sus circunstancias. Ya en el Evangelio nos lo decían, Corintios2, 3:6, que no se trata "de la letra (de la ley), sino del espíritu; porque la letra mata, es el espíritu el que la vivifica".
      Voy a poner un ejemplo (y me voy a pasar tres pueblos): qué quiere la ley cuando nos encontramos con un semáforo rojo? que detengamos el vehículo; pero para qué? para dos fines: uno, la seguridad del tráfico jurídico (y sobre todo del peatón); dos, la fluidez de dicho tráfico. Bien supongamos que tenemos visibilidad de más de 100 ms y estamos totalmente seguros de que no viene nadie, pero si esperamos que la luz cambie a verde dificultamos la fluidez del tráfico. En este caso, debemos seguir parados? o deberíamos seguir y dar paso al atasco que hemos supuesto que ocurriría? Yo lo tengo claro: darle fluidez al tráfico. Caso contrario estaríamos elevando el semáforo a la categoría divina de fetiche y lo estaríamos idolatrando como a un tabú.
   Ya sé, ya sé, que abrir la manga para interpretaciones personales podría dar lugar a riesgos innecesarios si se trata de policías, o ciudadanos, sin sentido común. Por eso entiendo que se obligue al agente de la autoridad a que sea estricto en el cumplimiento estricto del texto de la ley. Y punto. Pero yo añado que en tal caso estamos abdicando de nuestro derecho, más aún, nuestro deber, de interpretar en cada caso la aplicación justa de la ley.
     (Aunque no venga muy a cuento: Es curioso que coincidan la ortodoxia de la ley dura y la dureza con que se aplica a los robagallinas para amedrentar a la población civil. Porque para los próceres, magnates, banqueros y políticos corruptos, más que la ley penal se les aplican las leyes procesales, ésas que regulan los recursos, los indultos, las prescripciones y demás triquiñuelas que les permiten quedar impunes. Y con lo robado.)

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