sábado, 13 de febrero de 2016

1152 (S 13/2/16) Mujeres asesinas

Ariadna y Dionisos
Es muy densa, y extensa, la participación de la mujer en la mitología griega (*). Pero a muchos sorprende que la mujer pudiera ser tan “cruel” al protagonizar asesinatos (en realidad mejor diríamos sacrificios) que las hicieran “dignas de” figurar entre los más importantes mitos. Así, Fedra, compañera de Teseo que indujo el sacrifico de su hijastro Hipólito a los pies de sus caballos (“por celos” en versión apolínea olímpica); o Hipsípila, reina de Lemnos, donde las mujeres mataron (sacrificaron) a sus maridos, perversas todas ellas; o Ino que mató (sacrificó) a sus hijos (y se volvió loca, en la versión conocida, apolínea por más señas); o Electra que con su hermano Orestes asesina (sacrifica) a su madre Clitemnestra para vengar a su padre Agamenón. Incluso Deméter, ella misma miembro del Consejo de los Doce del Olimpo, la diosa Madre-Tierra, cocinaba bebés  a domicilio. (Habéis leído bien: asó a la parrilla al recién nacido Demofonte, "para inmortalizarlo", lo que en efecto ocurría con los sacrificados. Y lo hizo para agradecer a la madre del niño, Metanira, la acogida que le dispensó en su casa de Eleusis cuando la diosa bajó a la Tierra en busca de de su desaparecida hija Perséfone, "la destructora", diosa de la primavera.)
Clitemnestra
    Pero hoy nos vamos a fijar en cuatro casos especiales protagonizados por Clitemnestra, Ariadna, Medea y Medusa, para ver hasta qué punto eran perversas de verdad. Clitemnestra asesina a su esposo Agamenón, jefe del ejército griego que conquistó Troya, a su regreso de Ilión, “porque ya estaba liada con otro”, Egisto por más señas. Ariadna, sacerdotisa del Minotauro en Creta, oficiaba los sacrificios del “terrible monstruo” del laberinto de Creta. 
    Y Medea no te digo , se cargó a los dos hijos que tuvo de Jasón (varios más, según otros:  Medeo, Poli­xeno?, Mérme­ro, Feres, Alcímenes, Tisandro, Tésa­lo?, Argos, Eríope...). Y por qué? Pues por qué iba a ser, por celos, no faltaba más. Pero su retrato se entiende mejor si sabemos que la sociedad machista ateniense pagó y obligó a corregir varias veces su tragedia a Eurípides, que se tuvo que exiliar, para denigrar la figura de Medea que, por lo que puede deducirse, gozaba del máximo aprecio y prestigio entre los ancestros de los griegos.
Medusa
    En cuanto a Medusa, de origen libio, tuvo que ser la más bella y femenina al introducirse en Grecia como Palas Atenea (tercera en la competición de Miss Olimpo, tras Hera y Afrodita), la diosa del Olimpo marimacho que renegó de sus orígenes convirtiendo la imagen de Medusa en la más horrible y fiera arpía, de serpientes por cabellos, que petrificaba (mataba) solamente con la mirada (la muerte por la mirada es recurrente en las mitologías: Eurídice por Orfeo, la mujer de Lot…)
    Hay datos suficientes que nos hacen dudar seriamente sobre su supuesta conducta asesina. Uno, que difícilmente podrían ocupar un estatus prominente en la sociedad que las recordaba si no hubieran sido benefactoras para el colectivo al que pertenecían, máxime si el rasgo se repite en demasiadas “heroínas”, que lo son, y no olvidemos que ser héroe, además de hijo de Hera, implicaba beneficiar al grupo que le daba culto. Dos, que si se les daba culto, no debieron ser tan asesinas, al menos en el sentido que usamos este término en la actualidad. Tres, que si los asesinatos no eran crímenes sino sacrificios rituales, la calificación cambia de sentido totalmente, en profundidad.
      Y si así fuera, ¿quién, cómo y por qué censuraron y corrigieron estos relatos con el fin de denigrar a estas semi-diosas en los mitos griegos? Yo lo sé. Y os lo diré. Por Apolo (leed la Orestiada de Esquilo, ahí lo podréis comprobar), el cerebro de la nueva cultura indoeuropea, solar y patriarcal, que se impuso por las armas y por las ideas substituyendo los valores femeninos, maternales, que desde tiempo inmemorial habían gobernado las sociedades mediterráneas. Había que denigrar a la mujer, reducirla a las labores domésticas, atarla a la pata de la mesa en la cocina, ponerla en su sitio como se merecía…, y vaya si lo consiguieron. Todavía perdura, incluso en nuestra cultura occidental.
Medea y Jasón
   En realidad Clitemnestra, Medea, Ariadna…, simplemente oficiaban los ritos sacrificiales cuya crueldad y maldad es una mera atribución etnocéntrica desde nuestra cultura actual. Su labor era necesaria, honorable y reconocida por los grupos sociales donde se practicaban. Lo que explicaría su máxima respetabilidad. En cuanto a la muerte de sus "hijos", todos los miembros de su colectividad eran sus hijos al ser ellas las madres del grupo social.
   Se califica como civilización a la capacidad de una sociedad para sacrificarse en beneficio de las generaciones siguientes. Pues bien, cuando en tiempos más remotos se practicaban sacrificios humanos, como se nos informa en los mitos de Atis, Adonis, Osiris, Dionisos…, si los sacrificios eran voluntarios (en los casos de castración para ayudar al campo a dar frutos y cosechas había que controlar a los espectadores para que no participaran activamente auto-emasculándose, hasta ahí llegaba el fervor en estas ceremonias), si eran voluntarios, repito, como en sus orígenes lo eran, en ese caso nunca ha sido la sociedad humana tan civilizada como en los tiempos en que se practicaban los sacrificios humanos. (El sacrificio de niños merece explicación y comentarios aparte pero no en este momento, ya que nos llevaría demasiado lejos.)
   Así que lo dicho. Las supuestas mujeres asesinas no eran criminales sino todo lo contrario, eran las encargadas de oficiar ritos y ceremonias que intentaban protegernos de futuros inciertos. Una actuación tan importante no podía realizarse por miembros del grupo que no gozaran de la máxima autoridad. De donde deducimos el papel relevante de la mujer en las sociedades primitivas “maternales”, al tiempo que denunciamos la infame censura de que fueron objeto por Apolo y sus muchachos sometiendo a la mujer al papel denigrante del que no han conseguido librarse todavía.
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(*) Alcíone, Alope, las Amazonas, Antígona, Antíope, Apemósine, Atalanta, las Bacantes, Calírroe, Casandra, Clímene, Cloris, Erifile, Evadne, Filomena, Filónome, Hactiona, Harpálice, Helena, Hipodamía, Ifigenia, Ifimedia, Io, Ismena, Leda, Leucótoe, Melanina, Melisa, Mera, Metope, Pasífae, Peribea, Perimela, Procne, Procris, Psámate, Tiro, Yocasta… Hipodamía estableció las carreras de mujeres en los juegos deportivos femeninos. Atalanta venció en una célebre carrera en la que participó (haciendo trampa, dejando caer manzanas en la pista, por censura del Apolo olímpico). Y en Egipto eran ellas las que hacían posible coronar a los faraones mediante su unión con ellos. Ramsés II, por ejemplo, cuando enviudó se casó con su hija Meritamón para legitimar el seguir siendo coronado.

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