lunes, 30 de noviembre de 2015

1118 (L 30/11/15) Memes y Medea

Por increíble que parezca son demasiadas las universidades pazguatas en USA que prohíben todavía en sus aulas a Darwin, habiéndose quedado en una infantil y absurda teoría del creacionismo, según el cual antes que el huevo existió la gallina. Sin embargo la teoría, ya indiscutible, de la evolución ha evolucionado ella misma en derivas sociales como la de Spencer que al justificar la primacía de los más fuertes reforzó las tesis nazis, la de los genes egoístas de Dawkins que nos repele tanto como nos fascina, o la epigenética ya esbozada por Lamarck o Wallace que, tras haber sido derrotada por la ortodoxia darwiniana según la cual las experiencias y desarrollos personales no son heredables, han acabado imponiéndose hoy en día, sobre todo a través de los memes, o genes culturales. (Parece que la jirafa que ha estirado su cuello para llegar a ramas más altas puede legar a su progenie cuellos más largos, al menos en sentido figurado.)
     Los genes predeterminan nuestra existencia al obligarnos actuar de manera que se aseguren su subsistencia por encima de la nuestra. Su derivación casi obligada son los genes egoístas, tratados por Dawkins y la escuela de la evolución social. Los memes (originalmente mnemes, recordados) son los genes culturales que conforman nuestra existencia con tanta fuerza como los genes biológicos. Ahí están las lenguas, las creencias religiosas, las experiencias, la cultura…, tan heredables como el color de la piel o de los ojos.
Estos, y otros temas asociados, son objeto del libro Aquí en la Tierra del australiano ecologista Tim Flannery que recomendamos y que dice cosas como éstas: “los arrecifes de coral incrementan la nubosidad del aire  que los sobrevuelan … con lo que se protegen de la peligrosa radiación ultravioleta… La selva del Amazonas emite vapor de agua que genera su propia lluvia… No es que los seres vivos hayan decidido cooperar sino que la evolución los ha conformado para que inconscientemente lo hagan… Gaia (la Tierra) es un organismo vivo ella misma…”. La idea del efecto-mariposa de la teoría del Caos (que un simple estornudo mío pueda afectar a toda la naturaleza) se trata como un marco holístico (global) donde se desarrolla una evolución colectiva.
      Pero una vez más veo que mentes preclaras como la de este profesor australiano desbarran cuando mal interpretan mitos griegos para apuntalar sus hipótesis o teorías. En este libro, por ejemplo, Medea se convierte en el modelo perverso de la autodestrucción al matar a los hijos que tuvo de Jasón por un problema de celos digno de una serie melodramática de la televisión venezolana, sin atisbar que este mito griego trata del esfuerzo de una Hélade hambrienta para importar trigo del Cáucaso mediante el robo del vellocino de oro (piel de Zeus- carnero) con que impetraban del dios Lafistio la lluvia que necesitaban. Y esa hazaña fue posible gracias a la ayuda de Medea a Jasón en Eeas, comparable a la de Ariadna en Creta sin la cual no habría podido Teseo escapar del Minotauro. La representación divina de Zeus como carnero nos sitúa en fechas micénicas entre el 2000 adne. y el 1 de Xto. (cordero), con quien se inicia la nueva era Piscis.Y si se trata de tiempos de gobernanzas maternales es sólo lógico y natural que los sacrificios rituales que aún se practicaran con individuos de la tribu fueran asimilados a “hijos” de la madre de su colectivo… Y eso por no hablar del texto de Eurípides escrito un milenio más tarde, que tuvo que ser corregido en distintas versiones para infamar a una sacerdotisa-diosa-heroína a la que no podía soportar una Atenas machista.
       Por otra parte, no quiero terminar sin decir que me irritan sobremanera las groseras, burdas, torpes, versiones modernistas de los mitos griegos, sobre todo cuando las veo representadas en marcos tan apropiados como lo es el teatro de Mérida.

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