sábado, 28 de noviembre de 2015

1116 (S 28/11/15) Eligen ellas

Son ellas, y no ellos, las que eligen su pareja para aparearse. Es mucho lo que se juegan: nada menos que la supervivencia de su especie.
       Cuando un chuleta presuma de haber conquistado a una bella dama podéis estar seguros de que ha sido él el conquistado y es ella la que se lo ha llevado al huerto. Lo tenéis ahí mismo, en los animales: cuándo, cómo y con quién se emparejan, es algo que deciden ellas. Siempre que tengan donde elegir, porque si la oferta es escasa o el macho dominante se ha quedado sin rivales, entonces imagino que tendrán que comulgar con ruedas del molino, porque la procreación es lo importante de la hembra. (Con esto no quiero decir que la hembra humana deba reducir su papel al de la reproducción, ni mucho menos, vide pot 720 de 20/6/13.)
     Y no digamos ya si la especie de la que se trata es comandada por la hembra dominante: caso de los lobos, los elefantes…, hasta llegar a los chimpancés bonobos de los que ya hemos hablado en este blog (entrada 350.3 de 20/6/12 )
Y ahí tenéis a los pobres y galantes pajarillos afanándose en la construcción del nido en el lugar que imaginan que ellas quieren para intentar ganarse los favores de su pretendida pareja femenina. Ellas investigarán sobre la capacidad de sus galanes para buscar alimento y protegerles, a ella y a su progenie, e incluso los pondrán a prueba esperando a ver quién gana en la contienda entre machos encelados, a no ser que durante la pelea aparezca un tercero que les caiga bien y se entreguen gustosamente a él. Ese es el principal objetivo del coqueteo femenino: azuzar a los machos a que combatan para optar por el más fuerte.
       Para dejar bien claro que son ellas las que eligen su pareja, y no al revés, se niegan al que alardea. Aunque luego lo seduzcan después de haberle rechazado, tras haberle bajado los humos. Para que quede bien claro que son ellas las que deciden cuándo, cómo y con quién se aparean. Si bien el rehusado y requerido durante este proceso convendrá que no se haya mostrado demasiado fácil.
       Así que…, lo dicho. Que son ellas, y no ellos, las que eligen su pareja para aparearse. Que es mucho lo que se juegan, nada menos que la supervivencia de su especie.

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