miércoles, 14 de octubre de 2015

1084 (X 14/10/15) Finde del Pilar en Madrid

Otoño en el Retiro de Madrid
Otoño en Madrid. Los árboles se visten de colores, las hojas se mecen lánguidamente mientras se dejan caer, sobran las prisas, se agradece el jersey, venimos de vuelta, ya no nos hacen falta tantas cosas…
      La intención era ver Reikiavic (dramatización de la partida de ajedrez Spasski-Fischer en 1972) y la exposición monográfica de Munch, el autor de El Grito, en el Thyssen, que había agotado todas las entradas.
El Grito, de Munch
    Pero el tiempo dio también para ver Taxi Teherán de Panahi en el Golem, comer la ensalada de mango en el Rey de los Tallarines, jugar unas partidas de ajedrez en La Cabaña del Retiro, visitar el parque El Capricho (Alameda de Osuna)… y disfrutar con Muguruza en la tele ganando la final de Pekín! a la que dedicaremos un panegírico en la entrada del blog de pasado mañana, viernes.
Parque El Capricho

En cuanto a Taxi Teherán nos apuntamos a apoyarle contra las autoridades iraníes aunque para eso tengamos que otorgarle el Oso de Berlín. Pero recomendarlo…, eso mejor lo dejamos para los devotos de su mentor y maestro Kiarostami.

Lo que sí os animamos a ver es Reikiavick. Yo seguí las 24 partidas de aquel campeonato mundial y disfruté como un enano con la paliza que Fischer le dio a Spasski, aunque el judío norteamericano resultara insoportable (fuera del tablero) y el ruso, que ostentaba entonces el título de campeón mundial, nos cayera bien. La interpretación por Daniel Albadalejo, César Sarachu y Elena Rayos es buena, muy buena, pero lo que es genial es el relato, su ritmo, su profundidad. No os la perdáis. En el teatro Valle Inclán, en Lavapiés.

Es curioso que la mayoría de los campeones –con excepciones tales como Schumacher en Fórmula 1, Di Stefano en el fútbol…– no levanten cabeza después de llegar a la cumbre de sus carreras. Spasski, como tantos otros –Nadal, entre ellos…– después de aquel vapuleo, no volvió a ser el mismo.
Un "sin papeles"






Me sentí acogido en mi Madrid de siempre, aunque ya no nos reconocemos mutuamente. La bienvenida y promesa de acogida a los refugiados que busquen asilo es todo un cambio de estilo que me hizo sentirme bien. Gracias, Manuela.

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