Era previsible. Este y otros casos peores:
el 24 de septiembre de 2013 una menor de edad de 17 años se intentó suicidar,
tras sufrir vejaciones físicas y morales en 13 sesiones de tortura de
exorcismos, en Valladolid, obligada a tumbarse atada en el suelo, soportando
que le colocaran un crucifijo en la cabeza o imágenes de santos por todo su
cuerpo, teniendo que aguantar que se sentaran encima de ella cuando quería
escapar, y sufriendo humillación, dolor, miedo e impotencia. Y eso a instancias
de sus padres que la creían poseída por el demonio porque no tenía ganas de
comer. En lugar de llevarla al médico, o al menos al psiquiatra. La titular del
juzgado n. 2 de Burgos investiga el caso. La muchacha, no pudiendo aguantar
más, se arrojó desde un tercer piso.
Hasta aquí la noticia.
El arzobispado burgalés asegura, sin pudor
alguno, que los exorcismos los realizó un profesional “legítimamente nombrado”
por el arzobispo y nos recuerda que el exorcismo es una “práctica religiosa que
se ha mantenido en la tradición de la iglesia como un derecho de todos los
fieles” (sic !)
Para mí esto no es lo peor. Lo peor es la
indiferencia con que se topa el que quiera combatir estas prácticas que nos
colocan al nivel de países donde todavía se practican rituales execrables, como
la magia negra o el vudú.
Con fecha 03/06/2013 escribí una carta al
Presidente del Colegio Oficial de Médicos de España, respaldada por firmas
recogidas en internet, alertando y denunciando lo siguiente (vide entrada 717 del 7/6/2013) :
(“El peligro de psiquiatras dementes”.
Alarmados
ante la extravagancia eclesiástica sobre los exorcismos que quiere practicar el
Obispado de Madrid, he tomado la iniciativa de formular esta propuesta que es
difundida por change.or g y que espero que apoyen aquéllos a los que, como a
mí, les repugne este tema visceralmente. Se trata de
exigir la expulsión fulminante del Colegio Oficial de Médicos a los psiquiatras
que acepten colaborar con el Obispado en materia de exorcismos.)
El motivo de la presente es
remitirles una propuesta: la expulsión fulminante del Colegio Oficial de
Médicos de los psiquiatras que acepten colaborar con el Obispado en las
prácticas de exorcismos que pudieran ser perpetradas por el Arzobispado de
Madrid. La noticia la publica Antonio Elorza en El País de 1/6/13
calificándola como “psiquiatría del subdesarrollo”. Participar en estos
conjuros ceremoniales, aunque sólo fuera para dictaminar “sobre su naturaleza
científica o religiosa”, es dar pábulo a irracionalidades de todo punto
incompatibles con la dignidad de la ciencia médica y mucho más con la práctica
de su profesión.
El cardenal arzobispo de Madrid ha nombrado ocho exorcistas para su diócesis. O sea, que se lo cree… Que cree en la posesión demoníaca de las personas! Y prueba de ello es que va a designar a cuatro psiquiatras para que ayuden a los exorcistas, a fin de que, repito, dictaminen previamente sobre si cada caso de posesión diabólica es “de naturaleza científica o religiosa”. Con ello pretende darle un tono doctamente objetivo al asunto, elevándolo del disparate al esperpento.
El cardenal arzobispo de Madrid ha nombrado ocho exorcistas para su diócesis. O sea, que se lo cree… Que cree en la posesión demoníaca de las personas! Y prueba de ello es que va a designar a cuatro psiquiatras para que ayuden a los exorcistas, a fin de que, repito, dictaminen previamente sobre si cada caso de posesión diabólica es “de naturaleza científica o religiosa”. Con ello pretende darle un tono doctamente objetivo al asunto, elevándolo del disparate al esperpento.
Pero hay más.
Los psiquiatras que nombren y acepten también se lo creerán. Si no, ¿a
cuento de qué se prestarían a esta pantomima? ¿Cómo pueden asociar una
aplicación médica, científica, a casos disparatadamente irracionales? Señores
del colegio de médicos: si el Arzobispado de Madrid llega a nombrar a esos
cuatro psiquiatras para los temas de exorcismos, y ellos aceptan,
retírenles inmediatamente sus títulos para que no puedan ejercer su profesión.
Serían un peligro público, además de una vergüenza nacional y un descrédito
para el colectivo de los psiquiatras.
Atentamente.
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