El
Roto, siempre sobresaliente, hay veces, como en esta ilustración, que se supera
a sí mismo. Toda
una lección, casi mejor todo un curso lectivo, sobre política económica. Ahí
tenemos a Suecia que sin materias primas, ni recursos, ni mercado suficiente,
se inventa una producción con fuerte valor añadido y eleva al máximo la renta
de sus habitantes. Que, por falta de población o de recursos naturales, no pueden competir en los mercados normales? Pues
producen bienes de alta calidad, caso Volvo, para suplir con fuertes beneficios
la falta de una alta demanda de sus bienes. Para ello tienen que contratar
personal laboral altamente cualificado que, lógicamente, están bien
remunerados. Todo lo contrario de lo que hacemos en España, donde para competir
en los mercados basura, hay que pagar sueldos basura. Claro que esta política
económica es propia de empresas basura. Ya lo dice El Roto: “busqué productos
baratos y me encontré con mi sueldo de miseria”.
En
el origen subyace una economía de producción de negocios (a corto plazo, ganancia inmediata) por encima de una
política empresarial (con vocación de
permanencia y clientes afectos en el tiempo). El tipo de producción y de
empresas españolas, nuestra elite de chicha y nabo, lo retrató Berlanga en su
película La Escopeta Nacional que no
es una parodia de ficción sino un verdadero documental, donde puede verse que
lo que guía la acción empresarial no es el mercado, la calidad y los precios,
sino “la prebenda, en proximidad al poder”, como dice Sanchis i Marco.
Por
cierto, ¿no os habéis percatado de que nuestras grandes empresas multinacionales –eléctricas, transportes, telefonía, petroleras..., excepto la
banca privada– fueron previamente empresas públicas, con vocación de servicio
público, que el PSOE se encargó de desmantelar privatizándolas? Solchaga, ministro "socialista" de Economía y Hacienda, alardeaba de que en la España de entonces cualquiera podía pegar un pelotazo y hacerse rico de la noche a la mañana.
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