Es un texto de Paul Krugman. Tal cual:
(El secreto de la victoria republicana en EE UU está en un
obstruccionismo al límite del sabotaje)
La política
determina quién tiene el poder, no quién está en posesión de la verdad. Aun
así, no es frecuente que a un partido que se equivoca tanto en tantas cosas le
vaya tan bien como les fue a los republicanos el martes pasado.
Algunos expertos
suavizarán su análisis para reflejar el nuevo equilibrio de poder; por ejemplo,
fingiendo una vez más que las propuestas presupuestarias del representante Paul
Ryan son esfuerzos bienintencionados por poner orden en las cuentas de Estados
Unidos, más que maniobras de engaño y ambigüedad. Pero las propuestas políticas
republicanas merecen un análisis más crítico, lo cual no es menos cierto ahora
que el partido tiene más capacidad para imponer su programa.
De modo que este
es un buen momento para recordar lo mucho que los nuevos dirigentes del
Congreso se han equivocado… en todo.
En primer lugar,
está la política económica. Según el dogma conservador, que critica
toda regulación de la sagrada búsqueda de beneficios, la crisis financiera de
2008 —provocada por unas instituciones financieras fuera de control— no debería
haber sido posible. Pero los republicanos han optado por no replantearse su
opinión ni siquiera ligeramente. Se inventaron una historia fantástica según la
cual el Gobierno era, de algún modo, responsable de la irresponsabilidad de las
entidades crediticias privadas, a la vez que se oponían a cualquier medida que
pudiese mitigar los daños. En 2009, cuando la renqueante economía necesitaba
ayuda desesperadamente, John Boehner, quien poco después se convertiría en el
presidente de la Cámara de Representantes, declaraba: “Ha llegado la hora de
que el Gobierno se apriete el cinturón”.
Una y otra vez se
ha visto que las predicciones sobre que los gastos deficitarios dispararían los
tipos de interés, que el dinero fácil haría que la inflación se descontrolase y
el dólar se degradase, eran erróneas. Los gobiernos que hicieron lo que Boehner
pedía con insistencia, recortar el gasto de las economías deprimidas, han
propiciado crisis económicas comparables a la Gran Depresión. Es el caso de Europa. Y los intentos de
los gobernadores republicanos de demostrar que bajarles los impuestos a los
ricos es un elixir mágico para el crecimiento han fracasado de forma
espectacular.
En resumen, la
historia de la economía conservadora durante estos seis últimos años, y ya
venía de antes, es la crónica de un desastre intelectual (agravado por la
sorprendente incapacidad de muchos políticos de derechas para reconocer sus
errores bajo ninguna circunstancia).
Luego está la
reforma sanitaria, sobre la que los republicanos dejaron muy claro lo
que supuestamente iba a pasar: pocas inscripciones, más gente perdiendo la
cobertura que consiguiéndola y costes que se disparan. La realidad, hasta la
fecha, no ha coincidido con eso, y hemos visto un número de altas que superaba
lo previsto, una caída en picado del número de estadounidenses sin cobertura
sanitaria, primas de seguros muy por debajo de lo esperado y una marcada
disminución del gasto sanitario general.
Y no debemos
olvidar el error más importante de todos, el del cambio climático. Hasta 2008
no ha habido republicanos dispuestos a admitir que el problema es real, o
incluso a defender unas políticas serias que limiten las emisiones (el senador
John McCain propuso un sistema de limitación y comercio similar a los
propuestos por los demócratas). Pero, actualmente, el partido está dominado por
negacionistas del cambio climático y, hasta cierto punto, por defensores de la
teoría de la conspiración que insisten en que todo este asunto es un engaño
tramado por un conciliábulo de científicos de izquierdas. Ahora, esta gente
estará en situación de paralizar cualquier medida durante años, lo que muy
posiblemente nos empuje hasta un punto de no retorno.
* * *
Pero si los
republicanos se han equivocado tanto en todo, ¿por qué el electorado les ha otorgado
una victoria tan aplastante?
Una parte de la
respuesta radica en que los dirigentes republicanos se las han arreglado para
enmascarar sus verdaderas opiniones. Puede que el caso más llamativo sea el del
senador Mitch McConnell, el próximo líder de la mayoría, que ha conseguido
transmitir la impresión, absolutamente falsa, de que Kentucky podría mantener
sus impresionantes avances en cobertura sanitaria si el Obamacarese
revocase.
Pero el mayor
secreto del triunfo republicano seguramente esté en el descubrimiento de que un
obstruccionismo que se encuentra al límite del sabotaje es una estrategia
política que tiene las de ganar. Desde el primer día del mandato de Obama,
McConnell y sus compañeros han hecho todo lo posible por obstaculizar las
políticas eficaces, y concretamente, paralizando todo intento de hacer lo
evidente —aumentar el gasto en infraestructuras— en un contexto de tipos de
interés bajos y paro elevado.
Esto ha resultado
ser malo para los estadounidenses pero bueno para los republicanos. La mayoría
de los votantes no conocen bien los detalles políticos ni entienden el proceso
legislativo. Lo único que han visto es que el hombre de la Casa Blanca no les
traía la prosperidad; y han castigado a su partido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario