Las mayorías absolutas inducen a acciones ilegales.
Pues al abusar de un poder descontrolado reprimen los derechos y libertades,
bajo una cobertura (máscara) legal. Pero la represión como violencia legal
genera indignación, insumisión y desobediencia civil. Por otra parte las
mayorías absolutas rechazan cualquier propuesta de cambio condenando a la
sociedad al inmovilismo y consiguiente anquilosamiento de las mentes y las
instituciones.
Hay
leyes que reprimen el derecho a manifestarse, a expresarse y hasta a pasear,
como es lo que pretende este gobierno con la Ley de Seguridad Ciudadana, que no
garantiza la seguridad del ciudadano frente a posibles abusos del gobierno sino
de la seguridad de la elite y del gobierno contra los ciudadanos; otras que se
inmiscuyen en la intimidad corporal como era la del aborto (contra el aborto)
que han tenido al final que abandonar; otras que regulan las relaciones
laborales de manera que se pueda tratar a los asalariados como esclavos (más de
lo que ya son); otras que se introducen en los recovecos cerebrales como hace
la Ley de Educación que adoctrina a las mentes jóvenes para obligar a aceptar
la sumisión y reprimir la capacidad de pensar cada uno por sí mismo.
Siguiendo
la ley física que dice que toda presión provoca una resistencia, la actitud
autoritaria de este gobierno es la causa de la “violencia pacífica” que se
expresa en las calles protestando contra los desahucios, la abortada ley del
aborto, el paro, la reforma laboral, la privatización de los servicios
públicos…, acciones todas éstas que el gobierno no se molesta en escuchar sino
tan sólo en reprimir. Lo cual, además, ha venido haciendo a fuerza de
decretos-leyes que escapan al control del Parlamento, en un alarde chulesco que
es un ataque frontal contra la democracia. (Lo que me lleva a plantearme si no
sería conveniente limitar por ley al 49% el número de votos y escaños
conseguidos aunque las urnas expresen un porcentaje mayor. Sería más razonable
que lo contrario, que es lo que ahora pretenden hacer: dar más de la mitad de
los escaños al partido más votado que no llegue al 50% de los votos).
La nueva Ley de Seguridad (anti-)Ciudadana
prohíbe acampar en espacios públicos, dificultar los desahucios, manifestarse
en un radio concreto alrededor del Congreso y del Senado, grabar o compartir
las actuaciones violentas de las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad del Estado, colgar
de los edificios pancartas o banderas, instalar tenderetes para recoger firmas
o repartir propaganda, expresar ofensas contra España, reunirse en lugares de
tránsito público, no llevar el DNI, injuriar o acusar a instituciones y
autoridades en las manifestaciones públicas, Un registro creado al efecto
permitirá fichar al protestón y tomar todo tipo de represalias legales contra
él. Declarando estas acciones como “faltas administrativas” excluyen a los
jueces de su procesamiento, dejando al ciudadano indefenso y con la carga de la
prueba contra él (es culpable si lo dice un policía, no hay presunción de
inocencia que valga), lo que no impide que las “sanciones” (y multas) sean tan
desproporcionadas que superan las que serían aplicables si fueran tratadas como
delitos. La nueva ley de tasas judiciales desanimarán por otro lado cualquier
recurso judicial contra las autoridades. Hay quién dé más?! Pues sí: los
vigilantes privados podrán actuar como policías.
Dos ejemplos: tres militantes
de IU son multados con cerca de 2 millones € por manifestarse contra la subida
del IBI en la localidad sevillana de Espartina. A la sumisión por el miedo.
Otro: la revista de humor El Agitador ha sido multada con 35.000 € (20.000 más
15.000) por dos viñetas que caricaturizaban al fiscal Miguel Pallarés que tiene
una casa ilegal en Lanzarote, confesado por él mismo.
La
represión, sin embargo, no acaba con la indignación y las protestas sino que
las legitima y las refuerza. Lo que sí consigue es amedrentar a gran parte de
la población pero ésta parece que va perdiendo el miedo. Han adquirido un arma
de enorme potencia que es la comunicación transversal e inmediata por medio de
las redes con las que se movilizan.
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