martes, 6 de mayo de 2014

899 (M 6/5/14) Ladrones asesinos

No es que robo y homicidio sean lo mismo, pero es frecuente que vayan asociados. Hagamos un pequeño ejercicio.
         Muchos robos no se hacen con la idea de matar al propietario, pero si éste se pone por medio puede ocurrir que luego no lo pueda contar.
         Unas botas, o dinero o armamento también pueden ser robados por los homicidas una vez que al muerto en batalla ya no le sirven de mucho, mientras que a sus asesinos, sí.
En el caso de genocidios o progromos muchos se perpetraron, o aprovecharon, para incautarse de los bienes de las víctimas, o al menos su apropiación resultó fácil una vez “desaparecidos” los legítimos propietarios. Así ocurrió con los judíos rusos (Chisináu en 1903 y 1905, en Besarabia, Rusia) o en España (la expulsión de los sefarads en 1391 y la de los judíos en 1492). O los templarios aniquilados en Francia en 1307. O los campos de exterminio nazis en 1938-1945. Pero entre nosotros tenemos un caso más cercano, la muerte civil (el olvido) de los muertos físicos en la guerra civil cuya memoria histórica quieren enterrar, entre otras causas, para evitar las previsibles incontables reclamaciones de propiedades requisadas por los vencedores y que tendrían que devolver a sus herederos.
         Los niños robados para ser dados en adopción a padres cristianos que pudieran educarlos en la correcta hipócrita senda ortodoxa, apartándolos de sus madres que pudieran infundirles ideas comunistas o vaya a saber dios qué otras maldades podrían acarrearles, ha conllevado también su muerte civil en cuanto que intentaron borrarse las señas de identificación de sus madres pecadoras.

         Podéis seguir añadiendo otros muchos casos que no os costará encontrar.

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