Nos referimos a las empresas públicas como sinecuras vitalicias, madrigueras inmundas de enchufados, parientes, amigos, y de clientela política.
La vicepresidenta del actual gobierno, en
una de sus primeras manifestaciones que nos infundió ciertas esperanzas,
prometió inventariar las empresas públicas de España y acometer inmediatamente
su desmantelamiento. A esta fecha no se ha atrevido a tocarlas. Por qué? Porque
ha aprendido que no eran inútiles, como ella imaginaba, sino madrigueras de
clientes políticos, enchufados del partido, parientes y amigos. Y
eso-no-se-to-ca.
La
justificación, real o aparente como excusa, de las primeras apariciones de
estas empresas públicas descentralizadas fue conseguir una agilidad que los
servicios públicos centrales no podían dar, dada la necesidad legal de las
intervenciones “previas”. Así que se trataba de eliminar esta traba. Y las
intervenciones de gastos realizados, a
posteriori, ya no ponían remedio a los desmadres… que cada día eran más.
Pronto se dieron cuenta de que la impunidad los hacían inmunes, y de centros
descentralizados pasaron a ser guaridas de parientes y ladrones. Aparte de un
desagüe de corrupciones fecales sin controlar. A los miles de asesores inútiles
que sestean por los pasillos de los Ministerios y Ayuntamientos, hay que añadir
esta otra hemorragia de detritus que son los miles de empresas públicas que no
sirven para nada (para nada que sea bueno).
La práctica desenfadada de esta malversación de fondos públicos no es privativa del PP. Ocurre allí donde se ejerce el poder. Como ha podido verse con el tema de los ERE en la Junta de Andalucía del PSOE o sus empresas públicas ad hoc, entre las cuales sobresale la EPS (Empresa Pública de Suelos), cualquiera que sea la ideología o el origen del que accede a las poltronas, una vez acomodados allí todos son iguales, políticos, esto es, corruptos del poder.
La práctica desenfadada de esta malversación de fondos públicos no es privativa del PP. Ocurre allí donde se ejerce el poder. Como ha podido verse con el tema de los ERE en la Junta de Andalucía del PSOE o sus empresas públicas ad hoc, entre las cuales sobresale la EPS (Empresa Pública de Suelos), cualquiera que sea la ideología o el origen del que accede a las poltronas, una vez acomodados allí todos son iguales, políticos, esto es, corruptos del poder.
Y si hoy al PP se le ve mucho más, es
porque gobierna en más instituciones. Incluso algo que le era tan ajeno como la
gestión profesional de las corporaciones financieras, su desembarco en las
Cajas de Ahorro las llevó a su reciente ruina por todos conocida, por su descarado
mangoneo esquilmándolas a manos llenas al tiempo que blindaban a sus cargos
directivos.
Una puesta al día de insultos merecidos
ascendería del “chorizos-lameculos-cabrones-ladrones-políticos…” a uno nuevo en
la cumbre de la modernidad; “superfluos”!, que no deja de ser un seudónimo de
los políticos.
Y
luego dicen que no hay dónde recortar. Enriqueciendo a parásitos mientras tiran
de la cadena del recorte para vaciar por el desagüe de la sentina a profesores,
médicos, inválidos y dependientes, así como a toda la población laboral. Están
claras cuáles son sus prioridades: evidentemente, el bien general de España, el
interés general de todos los españoles. Pues todos somos iguales. Hay alguien
que tenga todavía alguna duda sobre esto?
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