jueves, 5 de septiembre de 2013

795 (J 5/9/13) Amina exhibe sus tetas en las redes


La revolución femenina dentro de un marco cultural religioso comienza por la expresión de su propio cuerpo. El desnudo es un ataque frontal al tabú del sexo en el cual se encadena la libertad del género. Así lo ha entendido, o lo ha intuido, la tunecina Amina Tayler, o así lo hemos interpretado nosotros, cuando se asomó semidesnuda a las redes exigiendo una nueva moral menos hipócrita, menos opresora y represora, más igualitaria.
       En marzo de 2013, fue la primera mujer tunecina que publicó una fotografía suya desnuda de cintura para arriba en Facebook con la frase en árabe: “Mi cuerpo es mío”. El imán Adel Almi emitió una fatua en la que pedía para ella una pena de cien latigazos y morir lapidada. El 19 de mayo de 2013 pintó el muro de un cementerio en Kairuán para protestar contra el congreso que estaba realizando el partido salafista Ansar al Sharia. Fue arrestada después de introducir el nombre de su movimiento en la pared y llevada a la cárcel Messadine en Susa.

Las redes piden, y permiten, un lenguaje breve, universal como lo son la música las matemáticas o las imágenes. Las primeras escrituras logo-gráficas, muy anteriores al alfabeto, utilizaban imágenes como signos, y así lo siguen haciendo en China todavía. La imagen permitió activar la escritura universal. Lo que le permite a Mariam Martínez Bascuñán, profesora en la Universidad de Madrid, elucubrar sobre la “escritura jeroglífica como una idea entendida a través de la metáfora de la visión”. Nada de esto pensaría Amina cuando decidió cortar por lo sano y utilizar el cuerpo-objeto de la mujer en los países machistas (todos, pero especialmente los musulmanes) como un revulsivo en una imagen subversiva. Si el velo con el que se tapa a la mujer delata una opresión de género, su desnudez reclamará su liberación. La recuperación del propio cuerpo es algo por lo que la mujer tiene que seguir luchando cada día, incluso en España donde se lo amenaza de nuevo con una misógina regulación. Amina-Antígona proclama la prioridad de sus derechos personales por encima de las leyes que los reprimen. De ahí que su reacción individual tenga de inmediato una repercusión pública. Y no sólo en la esfera pública sino en su propio colectivo, el femenino. Lo que hace que su gesto sea más que una exigencia de liberación, reclamando la emancipación. Esa es la llamada a una yihad en topless que hace el movimiento Femen, feminista. Porque la democracia será con las mujeres o no será democracia.
      Bien por Amina. Y que su valentía no caiga en saco roto.

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