Con agudo sarcasmo,
J.J.Millás observa cómo quedan ensombrecidos los personajes secundarios, al
menos en la política, aunque los protagonistas fueran cracks. Y así ocurre con Miguel Angel Rodríguez con Aznar, Abril
Martorell con Suárez o Alfonso Guerra con González, incluso cuando se trata de
figuras históricas como ocurre con los dos últimos citados, el primero de los
cuales por inducir a las Cortes franquistas a su propio harakiri y el segundo
por asentar nuestra joven democracia en el Estado del Bienestar. Si esto es
así, no te quiero contar cómo quedan los segundones cuando los primeros son
anodinos. “Os imagináis un segundo de Rajoy? o de Mato? o de Wert? o de
Rubalcaba? ni para limpiar parabrisas en los semáforos”, se pregunta y contesta
el conocido periodista.
La desaparición de los primeros extingue a los
segundos, salvo que se trate de sus oponentes, yernos-suegros, o
complementarios, como Sócrates-Platón, Marx-Engels, Freud-Jung… A falta de
líderes, como ocurre actualmente, los segundones se mueven como pequeños
diablos y sonríen de oreja a oreja (Montoro…) esperando, pobrecillos, ascender
en el escalafón. Se buscan personajes de altura, hay algún líder por ahí?

Habéis leído La lluvia amarilla de Julio Llamazares?

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