1. Bardem ni es actor ni es ná
“Una puñetera mierda”, eso es lo que es
Bardem. O, al menos, es lo que afirman, científicamente, los estudios
realizados con un grupo experimental que han contestado a las preguntas con
total sinceridad. Y para demostrar su tono aséptico, neutral, científico, lo
expresan en % y percentiles, con algunos coeficientes correctores y otras
mandangas. ¿Y Penélope Cruz? Otro tanto. ¿Qué se puede decir de esa palurda, de
Alcobendas, que se junta con el cateto, el impresentable, y así hasta 50
insultos o más, del Bardem ese de los cojones? Yo estaba alucinado, porque el
que me contaba esto era persona de confianza y tenido en alta estima tanto en
su entorno doméstico como en el profesional, pues es persona conocida y
respetada. Yo estaba alucinado porque no podía esperarme que el 87% del selecto
grupo, de personas cultas y versadas en cine y en finanzas, así como en
publicidad, estuvieran tan de acuerdo en menospreciar de esta manera a un
personaje que ha demostrado siempre honestidad, profesionalidad, admiración
internacional, por su entrega a los más necesitados, su talla en la pan-talla
de cine, Oscar de Hollywood, etc., como es Javier Bardem. Pero ah! amigos, es que Bardem es de
izquierdas, despotrica contra la derecha y el gobierno, y el grupo experimental
resultó no ser nada científico, sino totalmente sesgado: eran todos pijos de la
elite económico-social! Su intolerancia contra los que no piensan como ellos se
traduce en una ofuscación que les lleva a negar la realidad, a distorsionarla,
a decir de Bardem que “es una mierda, ese no es actor ni es ná, y encima seguro
que tiene millones en cuentas fuera de España”, última aseveración que en
cualquier otro caso les hubiera servido a estos calvinistas de medio pelo para
ensalzar la figura de quienes admiran.
Y querían venderme la moto como un ejemplo de experimento científico
social!
2. Curiosa casta política
Curiosa casta política esta, se queja
Gabriela Cañas, que reclama para sí y para los suyos la presunción de inocencia
mientras no tiene empacho en culpar a los ciudadanos de los problemas de las
finanzas públicas por haber vivido por encima de sus posibilidades. Ellos sí
que son insostenibles. No es que estén alejados de los ciudadanos, es que
forman parte de las elites sociales que se mueven en coche oficial, ésas que
compran áticos en Marbella o que, presuntamente, cobran sobresueldos en negro
pero se escandalizan de que la gente se aprovisione de antidepresivos en casa.
3. Códigos de buenas conductas
Ante la falta total de credibilidad a que se
han hecho acreedores los miembros de este gobierno que miente más que habla,
principalmente Rajoy, nos irrita sobremanera que nos pidan nuestro voto de
confianza o que simplemente nos creamos que van a investigar a su propio
partido para, en caso de encontrar un ápice mínimo de corrupción, por ejemplo en
las cuentas de Bárcenas en Suiza o en posibles sobresueldos en dinero negro, expulsar
a los culpables, si los hubiera, para lo cual “no les temblará la mano”. Para
empezar la Cospedal parte de la premisa de que ella ya sabe que tienen todas
las cuentas bien claras, con lo cual llega a la conclusión antes de haber
iniciado las pesquisas. Para continuar, el Tribunal de Cuentas y las auditorías
que van a investigar las mismas van a hacerlo con las cuentas oficiales, pero mucho
nos tememos que no sabrán nada de las cajas B. Para seguir, la auditoría
interna será previa a la externa, pero esta última sólo recibirá los documentos
ya depurados por la auditoria anterior y tan sólo para que se pronuncie y
confirme lo que la interna decida que pueden leer. Para rematar, la Aguirre de
Madrid propone un supervisor anticorrupción en cada partido, no sé si también
en cada parlamento autonómico. En vez de perder tanto tiempo, y hacérnoslo
perder a los demás, yo les aconsejaría redactar un manual de buena conducta,
básico, elemental, aunque si lo encuadernan en papel cuché alguno podría
protestar por ser demasiado áspero para tareas higiénicas.
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