sábado, 15 de diciembre de 2012

535. reflexiones y otros disparates del día (15/12/12)

1. Desahucios
José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo y comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra), se pronuncia públicamente sobre el tema bajo el título de “Elogio de la usura”.
      “Las leyes hipotecarias se utilizan como instrumento dinamizador del mercado inmobiliario. Luego se desligó la hipoteca de su función originaria. Deja de utilizarse para cubrir la deuda mediante la dación en pago. El comprador que necesita la vivienda no adquiere un piso sino una carga económica casi de por vida. Y si un día le llega la notificación del desahucio le habrán despojado de su vivienda y le seguirán exprimiendo con intereses de demora que alcanzan cotas inadmisibles, ética y jurídicamente. Las cláusulas abusivas deben ser expulsadas del mundo de los contratos. Lo que se estaba tejiendo alrededor de un llamado préstamo hipotecario era tan irreal, imaginario, gravoso e ineficiente que los restos del naufragio han tenido que pasar a una entidad artificiosa, conocida como Banco malo, para refugio de las basuras que ha generado el sistema. El reciclaje de los residuos puede ser un buen negocio para unos pocos.”
            A lo que yo añado: Los argumentos de Gallardón sobre la inmovilidad de la legislación hipotecaria para no perder la confianza de los demás bancos prestadores así como para dejar fluir el crédito, podrían completarse con la firma de las hipotecas en días especiales de confluencias de los astros. Dónde está la fluidez actual del crédito? Quién puede imaginar que la confianza no se produzca por el propio intercambio de los préstamos en lugar de por leyes disparatadas?
2. Silencio, por favor
Recuerdo cuando, de visita por el campo, un grupo de amigos nos sentábamos con los ojos cerrados, un mínimo de 5 minutos y a distancia unos de otros, para aprender a escuchar. Es en el silencio donde podemos recuperarnos. Es en la intimidad de los reductos donde podemos saborear la paz.
       El pasado fin de semana visitamos a un viejo amigo, agrónomo, en su pueblo de la comarca de Calatayud al cual viene todos los fines de semana desde Zaragoza, donde ahora vive y trabaja, para vigilar cómo van los caldos del año que él produce en su vivienda particular. Sabe mucho de vino. Todo. Y sólo por el tono con que lo dice nos convence de que el buen vino, ése que cuando lo pruebas ya no puedes beber otros peores, no pueden fabricarlos las máquinas ni producirse en gran cantidad. El buen vino se cuida desde la viña, y hay que seguirlo cada semana, manualmente, cariñosamente, asiduamente, artesanalmente. Nuestro amigo viene produciendo media tm cada año que podemos probar los privilegiados que venimos a verle, pero que ninguno se puede llevar a casa si no es en el estómago. Bajo cero en la calle. Y nosotros aquí, degustando la garnacha de este año, y el orujo, mientras la leña ardiendo en la chimenea nos obliga a cambiarnos de sitio para enfriar el trasero.
        Recuerdo mis días en Triana, Sevilla, cuando alguien te daba con el codo y te decía con la cabeza “vamos”, sin pronunciar una palabra. Y nos íbamos al piso de alguien que nos esperaba, junto con una docena de amigos más, para oírles tocar la guitarra y cantar, flamenco puro, sin precio de por medio ni alharacas de espectáculo, sino sólo para disfrutar. Y que no faltara el vino.
        Las cosas más grandes, los mejores sabores, se degustan en recintos pequeños. Y en silencio. O hablando en voz baja, por favor.
3. Contra natura
Creo saber que los teólogos católicos afirman que hay un pecado, uno sólo, que Dios no puede perdonar: el pecado contra natura. Aunque adivina tú qué es lo que meten en él. Fuera de ese campo, nada más extraño que un arma que dispare contra el que la maneja, un profesional de lo que sea que actúe contra su propia profesión, un juez, que conoce y debe promover la justicia, actuando injustamente. Me sugiere este tema alguien que sigue este blog y me anima a desarrollarlo, en relación con la corrupción. Pero heme aquí, exponiendo el tema y sin saber cómo seguir a continuación. Quizás diciendo que la corrupción no es sólo un mal, una patología, un delito. Es más que eso. Es una actuación contra natura, una contradicción, un sinsentido y disparate que trastoca todo tipo de orden por su incoherencia. Es como si alguien, en un barco en alta mar, pudiera provocar y provocara una tormenta de la que él mismo no se podrá librar.
         Quizás lo que se me sugería era más bien el uso de una destreza, unas técnicas, aprendidas para conseguir los objetivos de una profesión. Si esas técnicas se utilizaran justo para lo contrario, para no conseguir esos objetivos, incluso para conseguir los opuestos, con el consiguiente daño para la sociedad, nos encontraríamos ante un fiasco, una degradación, una corrupción.
          Hay algo peor que la corrupción? Quizás sea peor todavía su validación con el aplauso: “Y le engañé como a un chino”, remata el corrupto en el bar. El mismo que se supone debería enriquecer a la sociedad con su saber hacer y sus valores. Y los que están con él en la barra: “Tronco de empresario, tío, tronco de empresario”, quizás sólo asintiendo con la cabeza.

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