Por fin Alfred declara su amor a Grace,
doncella que comenzó su carrera como criada de Hanna, y la pide en matrimonio. A
Grace, que llevaba tanto tiempo esperando este momento, se le aflojan las
piernas, se le llenan de lágrimas los ojos, se bloquea su mente y garganta,
hasta que al fin susurra un “Sí!” que no le llega a la epiglotis. Pero de
pronto recuerda el juramento que ha hecho su ama de no abandonarla nunca....
y....
“- Pero soy una doncella, Alfred, (no una
simple criada) y Hanna me necesita.
- Ella no te necesita a ti, necesita
una esclava que le ponga los guantes. Grace mereces algo mejor, ser dueña de ti
misma.
Supe que jamás tendría a ambos, a
Alfred y a Hanna. Que debería elegir… Me solté de su (a)abrazo y le dije que lo
lamentaba… Después me aparté rápidamente de él. No me volví para mirarlo aunque
sabía que seguía allí… mientras cerraba entre nosotros la puerta a lo que
hubiera podido ser”.
Lo
escribe la australiana Kate Morton, en La Casa de Riverton, esa novela que junto con Las Horas Distantes y El Jardín Olvidado, está haciendo furor. Parece un canto a la lealtad. Quizás
sea más bien una loa a la esclavitud consentida. Aunque la autora siempre tendrá
la coartada de que el personaje lo es de ficción, de una novela, que no tiene
nada que ver con ella misma.
2. Comprensión, mucha comprensión
Es lo que le pide Rajoy a un amigo de Obama que
se presta a hacerle llegar su demanda al recién reelecto Presidente de USA. El
presidente del gobierno español ya no exige confianza, ni siquiera se atreve a
pedirla, un voto de confianza, por el amor de dios, sabe que nadie se lo va a
dar. Ya sólo mendiga “comprensión, mucha comprensión”, sólo faltara que se
echara a llorar. Suena a pedir compasión, a que, si lo lapidaran, al menos no
lo arrastraran desnudo por las calles tirado por mulillas, aunque esté para el
arrastre. Tranqui, colega, no es para ponerse así.
3. Apostilla a las catalanas
Hay que agradecerle
a Artur Mas que, blandiendo la senyera, haya clarificado el espectro electoral haciendo hueco a una Cataluña política plural y barriendo
a muchos votantes de su formación hacia otros partidos con los que puedan estar
más identificados (el mismo núnero que se va de la CIU neoliberal conservadora es el que entra en la ERC de izquierda soberanista).
Para que CIU pueda formar gobierno tendrá que pactar con ERC, o el PP (partido de derechas del gobierno central) o el PSC (Partido Socialista de Cataluña). Si el PSC no puede ser cómplice de los recortes de gastos sociales que no tardarán en llegar, ni Artur Mas puede perdonar las dudosas acusaciones personales del Gobierno del PP contra él, a CIU sólo le queda ERC. Como las elecciones se enfocaron como un plebiscito sobre el autogobierno, ERC intentará imponer su política al gobierno catalán.
Para que CIU pueda formar gobierno tendrá que pactar con ERC, o el PP (partido de derechas del gobierno central) o el PSC (Partido Socialista de Cataluña). Si el PSC no puede ser cómplice de los recortes de gastos sociales que no tardarán en llegar, ni Artur Mas puede perdonar las dudosas acusaciones personales del Gobierno del PP contra él, a CIU sólo le queda ERC. Como las elecciones se enfocaron como un plebiscito sobre el autogobierno, ERC intentará imponer su política al gobierno catalán.
Por otra parte despuntan dos
tendencias políticas, la ecologista y transversal Iniciativa per
Catalunya-Verdes (ICV) y la radical izquierdista Candidatura d’Unitat Popular
(CUP) que, aunque distantes entre sí, pueden marcar nuevas vías para la
regeneración política que propugnamos. Por un lado ICV podría, y debería, acoger
las demandas de los “indignados”, y por el otro la CUP puede ayudar a
una renovación profunda institucional, al prescindir del aparato propio de los
partidos y desarrollar un modelo asambleario. Si CIU se
moderara y tanto ERC como el PSC hicieran propias estas aportaciones de ICV y
CUP, Cataluña podría retomar su tradicional papel innovador en la sociedad española
en este campo que puede ser prometedor.






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