Textos ajenos que nos resultan próximos
1.
Oír, ver, callar. Y cobrar
En sus declaraciones como imputados ante el
tribunal que instruye el caso de Bankia se han oído disparates como éstos: “Tan
correcto contablemente son unos beneficios de 300 millones como unas pérdidas
de 3.000 millones”, se ha sincerado Ricardo Romero de Tejada, ex-Secretario
General del PP madrileño. Ahora empezamos a entender las cifras que nos dan
desde el Gobierno. Y Angel Villanueva, secretario del Consejo de Administración
de Bancaja, remata la faena explicando que para garantizar la salida a Bolsa de
la entidad y hacerla más atractiva para los inversores, se reunieron todos los
activos tóxicos en el BFA. ¿Cabe mejor definición de la estafa? ¿Miró después
en rededor buscando el aplauso de los suyos?
En relación con este serial
apasionante El País con fecha 7 de noviembre
sacó este editorial: “Oír, ver, callar. Y cobrar”.
Mercedes
Rojo-Izquierdo, exconsejera del Banco Financiero y de Ahorro (BFA), la matriz
de Bankia, tuvo que comparecer ayer ante el juez de la Audiencia Nacional
Fernando Andreu por el caso Bankia. Y allí declaró que sí, que efectivamente
ella fue designada miembro del Comité de Auditoría de la entidad —esto es, de
control de las cuentas—, a pesar de “carecer de conocimientos de contabilidad o
financieros, ya que tenía estudios de Farmacia aunque no había concluido la
carrera”. ¿Entonces? Bueno, ya le habían dicho en su partido que no se
preocupara porque allí había gente que sí sabía.
¿Y por qué
el PP eligió entonces a Rojo-Izquierdo para el Comité de Auditorías? No lo
sabemos con certeza, pero si aquí hay humo y huele a tabaco es que alguien ha
fumado. Porque resulta, hay que ver que coincidencias, que Rojo-Izquierdo era
asesora del Gabinete de la Presidencia de la Comunidad de Madrid cuando esta
era ocupada por Esperanza Aguirre.
Pero no es
único el caso, ni mucho menos. Aún recordamos todos a otra analfabeta numérica,
Isabel Cambronero Casanova, quien en junio declaró en las Cortes Valencianas
“no saber cómo acabó formando parte de la comisión de control de la CAM”, ya
que carece de conocimientos financieros. Cambronero es profesora de ballet en
Murcia, entró en representación de los impositores, y le comunicaron el nuevo
cargo cuando estaba de viaje de luna de miel. Todo un detalle de la quebrada
CAM.
Claro que
también había quien tenía conocimientos en ese Comité de Auditoría de Bankia, o
se le suponen, y nada decía. El exconsejero de Bankia Juan Manuel Suárez del
Toro —presidente también de Cruz Roja y de La Caja de Canarias— compareció el
lunes en la Audiencia. Allí dijo, entre otras cosas, que su misión era “asistir
a los consejos y votar lo que le indicaban”.
Un ruego a
los partidos. ¿No tienen amigos, parientes y paniaguados que sepan sumar y
restar o, en su defecto, que sepan preguntar?
Por no
hablar de los 374.000 euros que se llevó Rojo-Izquierdo en 2011. Y sin
conocimientos. Suárez, por cierto, se quedó en 235.000.
¿Alguien se
extraña del estado actual de Bankia?
2. “Moralidad”, de Marian Rebolledo
(“La Columna”, en El Heraldo del 7/11/12)
Es mentira que los mercados nos dominen y nadie sepa quiénes están detrás. Es mentira que la economía sea indescifrable y que quienes la manejan sean seres excepcionalmente dotados que ven más allá de los que vemos los demás. Detrás de los mercados, de Bruselas, de los desahucios, hay personas como usted y como yo. Si un banco embarga sin negociación, sólo porque la ley le faculta para ello, ese banco tiene un presidente que es el último responsable. Si Bruselas dice que en España hay recortar más, ese Comisión está presidida por un burócrata con nombre y apellidos. Y a esas personas hay que ponerles cara y exigirles un comportamiento moral. La crisis no ha nacido, crecido y explotado sola, sino que tiene rostro, no es un ente amorfo contra el que no se pueda luchar. Ahora estamos de rodilla y arruinados, y siguen dándonos en la cabeza echándonos la bronca por lo que ellos hicieron. Es culpa vuestra, nos dicen, vivisteis por encima de vuestras posibilidades. Se acabó la fiesta, añaden, ahora hay que pagar. Y los ciudadanos hemos mantenido la cabeza gacha y nos hemos esforzado el doble por la mitad. Los que están detrás de esos entes abstractos tienen que estar (están) encantados de la vida. Pero esta vez se han pasado de frenada. De pronto la gente se ha hartado de la crueldad masiva de los desahucios y ha preguntado por qué. Así que basta ya de tener miedo. Ha llegado la hora de que exijamos una mínima moral en la política y en la economía. Porque nadie está lo bastante alto como para ser ajeno a las leyes por las que nos regimos todos los demás.

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