miércoles, 2 de abril de 2025

2653 (X 2/4/2025) La aspirina, un gran invento

Entre los grandes inventos de nuestra especie humana, a la rueda, el Dinero, el dios patriarcal, la tele… y algunos más, hay que añadirles la aspirina. Cuando un médico no sabía qué decirle a un paciente siempre tenía como último recurso recetarle la aspirina. Tan eficaz era y aceptada, tanto en los medios clínicos como de recurso analgésico, que la competencia la atacó por su punto flaco: posibles hemorragias y úlceras estomacales…. Algo de eso habría pero en menor escala, controlable, y en cualquier caso como males menores comparados con sus evidentes beneficios. El caso es que ganaron la batalla y no hay médico hoy día que la recete como antes se hacía. Mi experiencia personal es que cuando me dolía la cabeza me bastaba con amenazarme con tomarme una pastilla y sólo con verla, sin llegar a tomarla, el dolor desaparecía.

      Bueno, pues ahora resulta que nuestra querida y denostada aspirina tiene potencial hasta para prevenir las metástasis de cáncer. Toma ya! Y cómo lo hace? Pues muy sencillo: desarrollando inmunoterapias antimetastásicas, ahí como lo veis. Lo han descubierto en la Universidad británica de Cambridge que se ha puesto de inmediato a investigar cómo actúa estimulando el sistema inmunológico en humanos: las células cancerosas, cuando se separan del tumor primario y se diseminan a otras partes del cuerpo, son vulnerables al ataque del ejército defensivo del organismo. Y en los ratones han encontrado el modo de activar el gen en las células T (el trombosoxano A2 TXA2) que detectan y aniquilan las células cancerosas que se han separado del tumor original. La aspirina bloquea la producción de TXA2 eliminando la orden de su retirada lo que les permite activar las células T.
         ¿Sabíais que ya en la Grecia clásica la utilizaban como analgésico? Todavía no se llamaba aspirina, era sólo el ácido acetil salicílico que se encuentra en la corteza machacada del sauce (y del chopo y del olmo).
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P/D.: El caso Alves, absuelto por falta de pruebas suficientes aportadas por la chica denunciante, permite (y obliga a) una reflexión. Opina Manuel Jabois, y yo también, que la palabra de la mujer no está por encima de la presunción de inocencia. Y añade que "violar puede resultar barato y no hay herramientas para impedirlo mientras que denunciar una violación tiene siempre un coste altísimo, sea  cual sea la sentencia".

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