viernes, 6 de septiembre de 2019

1926 (V 6/9/19) Lenguaje visual. Regreso a la iconografía

La escritura, como medio de comunicación y más adelante instrumento para contar relatos, data desde los tiempos de la pintura rupestre. Quiero decir que si un gráfico (escrito, o esculpido, o pintado…) servía para comunicar algo que sus “lectores” podrían interpretar, todos del mismo modo (más o menos), un bisonte en la pared, por ejemplo, cualquiera que fuera su significado, ya era escritura (o al menos protoescritura), aunque nosotros ahora no sepamos leerla.
   Pero yo no quería remontarme a tanto. Estaba más bien pensando en la iconografía de la escritura mediante imágenes, pictogramas, ideogramas…, signos o elementos de escritura que representan conceptos y no son descomponibles en sonidos. Aún sigue vigente en China o Japón a pesar de que, al necesitar un signo distinto cada concepto, el vocabulario escrito es demasiado extenso.
     El Jeroglífico egipcio (escritura sagrada) también se servía de imágenes como símbolos, 700 en el Alto Imperio, 6.000 en tiempos greco-romanos, hasta que fue reemplazado por el griego antiguo, el demótico. 
  Jean-François Champollion en 1822 pudo descifrar el significado de los signos jeroglíficos mediante la piedra de Rosetta cuya escritura del año 196 a.C. estaba grabada en los dos sistemas, el jeroglífico y el demótico. Hacia el año 2700 a. C. los antiguos egipcios ya habían desarrollado un conjunto de 22 signos jeroglíficos para representar las consonantes, más un símbolo 23 para las vocales al comienzo o al final de una palabra.
  La escritura progresó en un proceso lento, siempre consonántico (arameo, cuneiforme, lineal A y B…) hasta que en la fenicia Biblos, en el Líbano, allá por el año 1000 a.C. inventaron el alfabeto, derivado del arameo, que algunos consideran uno de los hallazgos más relevantes de la humanidad, aunque a mí me resulta difícil compararlo con la rueda o con internet. Tres siglos más tarde los griegos le añadieron las vocales.
       Lo sorprendente de este proceso es que con las señales de tráfico hemos vuelto al pictograma, por la rapidez con que puede leerse mientras conducimos un automóvil. El lenguaje visual pictogramático ha resultado más eficaz que ningún otro, quizás por ser más intuitivo. Señales: triángulos para las advertencias, círculos para las prohibiciones, rectángulos para la información, nombres en letras blancas, amarillo para los números…
     Ahora cuando veáis las señales (están por todos los sitios), podréis recordar que así comenzaron a escribir nuestros ancestros.




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