miércoles, 6 de febrero de 2019

1716 (X 6/2/19) 3 perlas 3

3 perlas 3
   
      De David Trueba, Sólo los ángeles:
     Los males del taxi, desde la zafiedad de algunos hasta la acumulación de vehículos bajo un mismo dueño o la especulación con las licencias provienen, esencialmente, de una mala regulación administrativa. Y no de lo contrario. Tanto PP como Ciudadanos defienden la falacia de que los servicios públicos funcionan mejor privatizados, entregados al mercado libre. Pero todo el mundo sabe que el único mercado libre es aquel que está regulado a conciencia frente a los depredadores.

      De Jorge Madrirrodriga, Dime qué piensas…:
     …pensar hace libres a las personas…Si alguien nos dice “¿de verdad quieres que te diga lo que pienso?”, en realidad nos está diciendo “es mejor que no sepas la verdad”. Peor todavía es el “te voy a decir lo que pienso”. Ahí nos podemos agarrar los machos (con perdón), porque a esta frase solo la supera el ominoso “tenemos que hablar”. Cuando decimos que nos hemos pensado algo dos veces, queremos decir que hemos cambiado de opinión. Y suele ser señal de que en la primera ocasión no lo habíamos pensado. El “me lo voy a pensar” de la jefatura significa que no hay nada que hacer y el “lo estoy pensando” es en realidad “se me había olvidado completamente”. Un biempensante es un ingenuo. Y un malpensado… un malpensado.

      De Javier Cercas, Un tiro en la boca:
    Al Reino Unido el referéndum del Brexit la partió por la mitad, abriendo un abismo entre el norte pobre y el sur rico, entre los jóvenes partidarios de la UE y los viejos contrarios a la UE, entre el campo pro-Brexit y las ciudades anti-Brexit. La prensa sensacionalista, de lejos la más leída en el país, es una prensa empapada de un nacionalismo cerril, un antieuropeísmo supremacista y una venenosa nostalgia del Imperio, cuyas trolas ningún político osa desmentir por temor a perder votos. Nada más parecido al Brexit que el separatismo catalán.
    Son cuestiones esenciales, la primera que la separación de Reino Unido de Europa —no digamos la de Cataluña de España— no es un divorcio apacible, sino una amputación violenta, de consecuencias incontrolables.
    La segunda es que los referendos, que para algunos ingenuos —y algunos tramposos— son el colmo de la democracia, constituyen a menudo pésimos instrumentos democráticos (no en vano han sido una herramienta favorita de los tiranos), que rompen traumáticamente las sociedades.
    La tercera es que mucha gente prefiere la mentira a la verdad, porque las mentiras son casi siempre redondas, digeribles y fáciles de entender, mientras que las verdades son con frecuencia incómodas y complejas.
     La cuarta es que la ignorancia nos vuelve vulnerables a las mentiras, lo que explica que el poder la fomente con entusiasmo, porque las verdades fabrican hombres y mujeres libres, mientras que las mentiras sólo fabrican esclavos.

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