Eso me pregunto yo: ¿por qué los ricos, y sus sociedades, pagan menos impuestos que nosotros, los ciudadanos medios y los pringaos? Porque es así, que quede claro. Y encima se llevan la gran tajada (75%?) de las subvenciones públicas! Porque de este modo, explican, crece la economía y se crea empleo.
La falacia que sustenta esta perversa opinión es que al aumentar los beneficios de los ricos, y de sus empresas, éstos se reinvierten en las propias empresas que así pueden crear nuevos empleos. Je!... je, je. No ha ocurrido nunca jamás que los beneficios de los ricos vayan a a otro lugar que no sea su propio patrimonio.
¿Por qué planea Trump regalar 700.000 millones de dólares –ahí es nada– a extranjeros, sin condiciones? se pregunta Krugman. Es probable que ustedes no supiesen que eso es lo que pretende. Y de hecho, casi con total seguridad, Trump tampoco tiene ni idea de que eso es lo que está pensando hacer. Pero esa sería una de las consecuencias claramente predecibles de la “reforma” tributaria que él y sus aliados del Congreso intentan aprobar.
La falacia que sustenta esta perversa opinión es que al aumentar los beneficios de los ricos, y de sus empresas, éstos se reinvierten en las propias empresas que así pueden crear nuevos empleos. Je!... je, je. No ha ocurrido nunca jamás que los beneficios de los ricos vayan a a otro lugar que no sea su propio patrimonio.
¿Por qué planea Trump regalar 700.000 millones de dólares –ahí es nada– a extranjeros, sin condiciones? se pregunta Krugman. Es probable que ustedes no supiesen que eso es lo que pretende. Y de hecho, casi con total seguridad, Trump tampoco tiene ni idea de que eso es lo que está pensando hacer. Pero esa sería una de las consecuencias claramente predecibles de la “reforma” tributaria que él y sus aliados del Congreso intentan aprobar.
Algunas de los
aspectos del plan fiscal de Trump siguen en el aire. Por ejemplo, no sabemos
exactamente cómo va a castigar a los contribuyentes de clase media-alta, si
perderán su deducción en impuestos locales y estatales, parte de las
deducciones en los fondos de pensiones u otra cosa. Pero el elemento principal
del plan es una enorme reducción del impuesto de sociedades, que el
independiente Centro de Política Tributaria (TPC, en sus siglas en inglés)
calcula en dos billones de dólares a lo largo de la próxima década.
Pues bien, el
Gobierno afirma que todas estas reducciones de impuestos irán a parar a los
trabajadores en forma de subidas salariales. Pocos analistas independientes se
lo creen. De hecho, ni siquiera el propio Gobierno lo cree.
Por si sirve de algo, el argumento es el siguiente: reducir los
impuestos a las grandes empresas atraería capital extranjero a Estados Unidos,
lo cual aumentaría la inversión, que a su vez aumentaría la productividad, y
esta productividad se reflejaría finalmente en una subida de salarios. Si suena
a cuento de la lechera, a que esos beneficios a los trabajadores dependen de
una cadena de acontecimientos con eslabones muy débiles, es porque así es.
En realidad, hay
múltiples razones para no creer mucho esta explicación. Los beneficios
proporcionados por la rebaja del impuesto de sociedades irían a parar en su
gran mayoría a los beneficios netos de las sociedades y no a los salarios. ¿Y
quiénes son esos beneficiarios? Hablamos de los muy ricos. El 10% más rico de los residentes en EE.UU. posee el
80% de las acciones que están en manos
de estadounidenses y el 1% más rico posee el 40% de esas acciones.
Pero aquí no acaba
todo; la cosa es peor aún.
Toda la propaganda
del plan tributario de Trump se basa en la afirmación de que todo es distinto
porque ahora formamos parte de un mercado financiero global.. Hoy en día hay
mucha inversión transfronteriza. Aproximadamente el 35% de las acciones
estadounidenses es ahora propiedad de extranjeros, el triple que en tiempos de
Reagan.
Lo que esto
significa es que aproximadamente el 35% de las rebajas fiscales propuestas por
un Gobierno que usa con orgullo el lema “Estados Unidos primero” (700.000
millones de dólares a lo largo de la próxima década) ni siquiera iría a manos
de estadounidenses. Sería, por el contrario, dinero llovido del cielo para
extranjeros ricos, que probablemente se beneficiarían mucho más de las rebajas
de impuestos que los trabajadores estadounidenses.
Y mientras tanto, el
resultado sería un enorme agujero en el presupuesto, que los republicanos
intentarían tapar a expensas de los pobres y la clase media. La resolución
presupuestaria aprobada la pasada semana por la Cámara de Representantes y el Senado proponía recortes por valor de
1 billón de dólares en atención sanitaria a personas sin recursos y casi medio
billón en atención sanitaria a ancianos. La resolución no tiene fuerza de ley,
pero es un indicativo muy claro de qué pasará si se aprueban las grandes
rebajas de impuestos.
Pues bien, quizá
parezca excesivo afirmar que Trump y sus aliados quieren quitarle la atención
sanitaria a millones de personas para poder regalarles 700.000 millones de
dólares a extranjeros ricos. Pero suene como suene, esa es la pura verdad.
Espero que el tono y el estilo de este
texto les resulte familiar. Es de Paul Krugman, El regalo fiscal de Trump, economista premio Nóbel que es siempre bien recibido en estas páginas.
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