Entrevistadores profesionales, periodismo de
investigación, la libertad de expresión… utilizan estos valores y paradigmas
para intentar justificar las actuaciones más degradantes e innobles, a falta de
profesionalidad real y de sentido de la dignidad. Eduardo Inda en El Mundo o
Sergio Martín en TV1 son buenos ejemplos de lo que no puede ser modelo de
periodista profesional. Las carencias mentales del primero para poder centrar
los temas y deducir conclusiones lógicas desde los datos o premisas del debate
de turno, o la sangre que rebosan sus colmillos en el caso del segundo, debería
inhabilitarles para ejercer “su profesión”. Más extraño aún resulta que sean
invitados a tertulias donde pueden evidenciar sus indigencias. Parece que la
audiencia lo justifica todo, pero entonces los discapacitados son los lectores,
oyentes y telespectadores.
En el canal 24 Horas de tv1 Sergio Martín dio
por supuesto que Pablo Iglesias se alegraba de la excarcelación de los presos
etarras. “Enhorabuena”, le espetó. Y con ello consiguió triplicar su pobre
audiencia, que no pasa en todo caso del 3% de cuota de pantalla. No se trataba
de una pregunta, se trataba de algo más que una provocación, era un insulto, un
puro y duro intento de vejación. Querer ampararlo, mucho menos justificarlo,
como han hecho algunos (bastantes), aduciendo en su favor que sólo están
utilizando la libertad de expresión, que por lo visto no tiene límites, nos
llevaría a aplaudir que el entrevistado, a su vez, se liara a hostia limpia con el
entrevistador utilizando libremente su forma de expresarse.
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