domingo, 20 de abril de 2025

2662 (D 20/4/2025) La ONU, la OTAN, la OMS, la UNESCO… y demás zarandajas (para Trump)

 

      La invasión rusa de Ukrania y la israelí de Gaza y Cisjordania, amenazando con deportar de su patria a los dos millones de gazatíes, muestran unas Naciones Unidas paralizadas, incapaces de cumplir el papel que le asigna su Carta fundacional, “protectora de la integridad territorial de los Estados y de la dignidad y el valor de la persona humana en igualdad de derechos de hombres y mujeres y de naciones grandes y pequeñas”. Cierto que el presidente Trump preferiría que despareciera, empeñado como está en volver a un mundo de simple y feroz ejercicio de poder, con áreas de influencia delimitadas por él mismo.
         La ONU es un foro que deberíamos defender con uñas y dientes aunque solo fuera porque en él Estados Unidos, Rusia e Israel quedan en evidencia una y mil veces, escribe Soledad Gallego Díaz. Trump puede abandonarla, pero allí seguiríamos estando China y 191 países más. Cada vez que esos países votan y USA veta se demuestra que la norma sigue ahí, que aunque Rusia, Israel y US la ignoren, sigue existiendo esa Carta fundacional y que hay países importantes que quieren seguir respaldándola.
      A Trump le sobran las instituciones (sobre todo las internacionales) que pudieran condicionar sus caprichos, desde la UNESCO a la OMS, pasando por cualesquiera otras que tengan que tomar decisiones teniendo en cuenta los votos de los demás.

        En las negociaciones para la paz en Ukrania, Trump venía provisto de caramelos y otras chuches que repartió a su libre arbitrio. Y que nadie rechistara.

            Para Zelenski traía una mesa de negociaciones, aunque en ella jugara un papel subordinado, al tiempo que olvidaba a Bruselas. También mantendría el grifo de la ayuda y asistencia militar, con la amenaza de cerrarlo si el ukraniano no se portara comme il faut (cediéndole, por ejemplo, la explotación de sus minerales raros)Y de la entrada en la OTAN olvídate, que se va a quedar sin fondos, algo que Trump reserva como regalo sorpresa a su nuevo amigo y socio (Ras)putín. Aparte de que la OTAN ha entrado en una crisis existencial que la inhabilita para apoyar a las fuerzas europeas en la vigilancia de un alto el fuego. La reconstrucción de Ukrania la dejará en manos europeas, así como la seguridad frente a Rusia. De la guerra sólo le interesa la imagen de pacificador, aunque para ello tenga que ceder ante Rusia, en todo lo que haga falta.
               A pesar de todo lo cual, los seis grandes países europeos (Alemania, España, Francia, Italia, Polonia y Reino Unido, más Kaja Kallas, representante de la política exterior de la UE) se muestran firmes en mantener congelados los fondos rusos en Bancos europeos y aumentar las sanciones a Rusia cuando proceda. Estos fondos alcanzan la suma de 210.000 millones € de los que no se puede disponer para financiar la ayuda a Ukrania, ya que están congelados pero no incautados, aunque sí se dispone de sus intereses (unos 3.000 millones). Zelenski recuerda que no perdonará los crímenes rusos, y su consiguiente indemnización. Europa avisa a USA que no habrá pacto de paz sin su presencia y la de Ukrania en la mesa de las negociaciones.
          A Putin intenta encandilarlo con una vaga promesa de reconocimiento y normalización internacional, así como una eventual condonación de la calificación de crímenes de guerra y levantamiento de depósitos y valores embargados. Además de vía libre para devorar todo el territorio ukraniano que le quepa en este festín. Y así es como el protector americano se ha convertido en un depredador.

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