jueves, 12 de diciembre de 2024

2600 (J 12/12/2024) Grullas en Gallocanta

 Grullas en Gallocanta
(Video cedido graciosamente por su autor  Lluis Salvador, de Sabadell.
Se recomienda verlo en un PC, no en un móvil, y con el volumen a tope)

Como éstas, 29.096 grullas croajaban ruidosamente al amanecer del pasado viernes 6 cuando levantaron el vuelo para expandirse en 20 Km a la redonda, grrrúuu, grúuu…, en campos de cereales cuyos propietarios son subvencionados para alimentarlas. Estremecen. Durante los 10/15 minutos que dura la diáspora ninguno del grupo abrimos la boca. Tardamos lo nuestro en poder reaccionar. No os lo perdáis. Finales de noviembre es la mejor fecha.

        El nombre de Gallocanta proviene de Kaliu (orilla pedregosa) y Kanto (piedra) pasando por el de Allucant en tiempos de los árabes.

Han llegado a haber más de 100.000 en Gallocanta, la mitad de todas las que recalan en España. Vienen del norte (Finlandia, Laponia…) donde en verano crían y en otoño/invierno emigran a Africa haciendo escala en varios lugares de Francia y de España, acompañados de sus polluelos de 4 meses, que permanecerán en Extremadura hasta que vuelvan sus padres del Sur en la primavera. Los polluelos entonces ya medirán 1,20 m que es casi la altura normal de las grullas. Y subirán en familia al norte de Europa durante dos o tres veranos hasta que ya en el siguiente invierno se sientan capacitados para volar la distancia que separa Extremadura, donde se nutren de nuestra bellota, hasta el norte de Africa.

        Los 3/4.000 km que vuelan en el total de la ruta migratoria no los recorren, pues, de un tirón. Y además hacen trampa: se dejan elevar por las corrientes girando sin esfuerzo, en línea recta, aprovechando las térmicas, hasta un 1,5 km punto desde el cual se dejan caer planeando en diagonal hasta un nuevo lugar más adelantado en el que de nuevo aprovecharán las corrientes como si fuera un ascensor, tal cual.



Hay tres rutas, a Finlandia por España y Francia; a Polonia por Italia y a Rusia por Egipto y Turquía. En el norte de Europa crían; más al sur bajan recalando con los polluelos en distintas escalas para descansar.
         Las alas y vientres de las grullas son negras vistas desde abajo pero gris claro por arriba cuando podemos contemplarlas comiendo en el campo. Si las vemos volar y graznar por las noches, batiendo las alas, es porque a esas horas no pillan la ayuda de las térmicas.
          La laguna salada de Gallocanta, situada a 1000 m de altitud en la confluencia de la provincia de Zaragoza con las de Teruel y Guadalajara, está rodeada por cinco pueblos, Gallocanta, Berrueco, Tornos, Bello y Las Cuerlas. Con 7/8 km de longitud por 2 de ancho, la circular en coche sobrepasa los 30 km, no habiendo cambiado su tamaño en los últimos 2000 años. A menos de 5 km, al noroeste está la laguna de agua dulce de La Zaida, regida por la comunidad de Used que la deseca cada uno o dos años para aprovechar su fértil suelo.


Con las grullas y flamencos cohabitan en la zona 220 especies de aves. Las grullas eligieron Gallocanta como principal humedal de paso en su ruta de ida y vuelta de Finlandia a Marruecos allá por la década de los 80 del siglo pasado, siendo más reciente, 4 ó 5 años, la llegada de flamencos. Estos con su pico cuchara recogen micromariscos que su lengua bate dentro del pico antes de expulsar los restos por los dos orificios de su parte superior, delante de su cabeza.
         Los ornitólogos identifican las grullas mediante cintas de colores (anillos) que rodean sus patas, donde registran su fecha de nacimiento, y otros datos como su “nacionalidad”, sexo y demás, que revisan y actualizan cada año cuando llegan. Su vocación y entrega las ilustran estas dos historias, la del escocés que, tras dos años de espera sin resultado, decidió buscarla en todos y cada uno de los puntos de descanso de la ruta migratoria, hasta que la encontró al tercer año en nuestra laguna de Gallocanta, o la de Carmina, nuestra profesional que reaccionó de igual manera cuando tras varios años de espera en Gallocanta decidió subir a buscar la suya en los distintos puntos de la ruta hasta que la encontró en uno de ellos en Francia. En memoria de este reencuentro bautizaron como Carmina a la muñeca de trapo con la que poso en la foto.

(muestrario de aves que habitan en la
 laguna y alrededores)

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