martes, 3 de mayo de 2022

2190a (M 3/5/2022) La inflación y el "wishful thinking"

No soy economista. Sólo un aficionado temerario. Lo digo por si alguno de vosotros me pilláis en algún disparate, del que no me declaro responsable. Dicho lo cual, sigo:

     La inflación subyacente es la resultante de eliminar en su cálculo la energía y los alimentos. Aunque estos dos elementos son prioritarios, conviene prescindir de ellos para diagnosticar correctamente la evolución de los subidas de los precios a corto y medio plazo. Pues si en los cálculos estadísticos hay que eliminar los picos extremos de los dientes de sierra, tanto por arriba como como por abajo, para no distorsionar los promedios, la alimentación y la energía dificultan el cálculo de las subidas de los precios cuando son puntuales y efecto de circunstancias excepcionales. Y así, la inflación en el primer trimestre de lo que va de año no ha sido realmente del 9,8% sino del 3,4% (en abril el 4,4%)

       La editorial del periódico El País del 22/4/22 nos informa de que el Fondo Monetario Internacional pronostica una moderación de los precios a partir de la segunda mitad del año y, sobre todo, en 2023, cuando la inflación sería de un 2,3% en la eurozona y un 1,3% en España. Los motivos de esta esta caída hay que buscarlos en la previsible moderación de precios de la energía, que podrían estar ahora cerca de sus máximos, y el efecto retrasado sobre otros productos, particularmente los alimentarios, que se prolongará hasta 2023. En otras palabras, el Fondo no prevé para los próximos años una espiral de inflación descontrolada, sino más bien un episodio de subida de precios que comenzará a disolverse, para las economías desarrolladas, a partir del verano de 2022, normalizando paulatinamente la situación durante 2023.
    Si como insisten los políticos y los economistas, la inflación es otro efecto (indirecto) de la invasión de Ukrania, en ese caso ¿ambas se reducirán a la vez? Quizás esta apreciación sea un wishful thinking, un deseo tan intenso que lo confundimos con la realidad.

 


Leo en la prensa que dentro de 5 años la Deuda Pública se habrá reducido a un 115% del PIB. ¿Será otro wishful thinking? En todo caso el dato de la Deuda no es tan importante como suele pregonarse, por más que les preocupe a los políticos austéricos (recuerdan?) pues su límite no debería marcarlo el PIB ni el Déficit Público sino más bien la relación entre el pago de sus intereses y la inflación de cada año. La refinanciación de la Deuda es rutinaria. Sólo hace falta que el tipo de interés que se paga por la Deuda no sea superior a la tasa de inflación.

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