viernes, 18 de febrero de 2022

2157 (V 18/2/2022) El cáncer religioso (II)

J.J.Tamayo exige a la jerarquía católica:
No procede identificar la pederastia con la Iglesia en cuanto comunidad cristiana;
no cabe, por lo tanto, hablar de la pederastia de la Iglesia católica sino de la pederastia en la Iglesia católica.
En el caso de la pedrastia la autoridad no la tiene la jerarquía sino las víctimas.
Ampliar la investigación de los casos a todos, dentro y fuera de la Iglesia, como quieren la jerarquía y el PP, sólo pretende aumentar el número de casos para restar importancia a los de la Iglesia católica.
Con el negacionismo primero y el ocultamiento, sin denuncias después, y su negativa a investigar ahora, se legitima el comportamiento de los pederastas.
La jerarquía tiene que reconocer públicamente su permisividad y consecuente responsabilidad y culpabilidad en la pederastia clerical al no actuar tras tener conocimiento de estos casos.
La jerarquía tiene que corregir su actitud inmisericorde con las víctimas, excluir a los pederastas de sus funciones, entregarlos a la justicia civil, y pedir perdón por su conducta públicamente.
Los casos no son aislados y excepcionales sino que afectan a toda la institución.
Urge des-patriarcalizar, des-clericalizar, des-jerarquizar, des-masculinizar y democratizar la Iglesia católica.


Por fin una acción decidida contra los privilegios de los pederastas, veremos en qué queda. Sigo a la espera de que se les impida seguir adoctrinando a gentes de buena fe cuyo lastre religioso nos impide un desarrollo sano cultural y económico y nos segrega de una Europa civilizada. Y que devuelvan los 34.961 inmuebles robados con alevosía a la sociedad bajo el amparo de una ley ad hoc promulgada por Aznar. Y que se denuncie de una puñetera vez el concordato que premia la conducta de unos delincuentes consumados.
Un par de ejemplos:
George Pell, cardenal de Melbourne, y Roger Vangheluwe, de Brujas. El obispo de Brujas confesó haber violado a su sobrino durante años. Documentos desclasificados apuntan a que el cardenal George Pell conocía los casos de pederastia en Australia.

El intento por el PP y los obispos españoles de ampliar a todos los campos y sectores los procesos sobre casos de pederastia no tiene por objeto perseguir a todos los pederastas sino todo lo contrario, rebajar la importancia de la clerical, diluyéndola entre tantas otras, monásticas y seculares, y hasta ralentizar los procesos, difuminarlos, bloquearlos, dado el volumen de investigaciones que serían necesarias.

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