En Cuba, desde 1994 hasta el año 2011, circulaban dos monedas: el peso cubano, la moneda nacional, que llamaremos "p", y la CUC, o peso convertible, que valía 24 p., también conocido como chavo, chavito, dólar, o peso divisa para los iniciados, equivalente al $ norte-americano, al que llamaremos “$”. Que por cierto, no se incluía en las divisas el dólar norteamericano, por malvados, ahí queda eso.
Sólo unos pocos podían disponer de $: los más ricos, los
extranjeros, los artistas, las jineteras... que cobraban en divisas. El
ciudadano cubano medio no tenía acceso a los restaurantes, supermercados, y
demás establecimientos donde se podían adquirir productos que no fueran de
primera necesidad, porque solo admitían CUC y nuestro ciudadano común no disponía
de ellos.
Así pues, 1 $ costaba 24 p. Una entrada
en el teatro podía costar 2 p, pero si eras extranjero (si te lo notan en la
taquilla en el acento) te cobraban 2 $ (que son dos pesos, también, pero de los
convertibles), o sea que te cobraban 48 p., eso por extranjero. Lo que valía 10
p. le costaba al turista 10 $ = 240 p., 24 veces más que a un cubano. Eso creó dos
mercados, el mercado donde se pagaba en divisas en el cual podías comprar de
todo (es un decir) y el cubano, en el que se pagaba en pesos, donde fuera de
los alimentos básicos no encontrarías nada que comprar.
La distinción entre cubano y extranjero se hizo más honda al segregarlos prohibiendo al cubano acceder a hoteles y lugares de turismo que eran sólo para los turistas extranjeros; o no permitiendo al turista que tomara taxis “privados” (almendrones, que transportan grupos y van recogiendo a los que los van parando durante su recorrido) que cuestan 10 p, sino que tendría que hacerlo en un taxi estatal donde se pagaba en $, 24 veces más; o yendo a comprar el cubano a la bodega (con la libreta del cupo, cada día más exigua pues, acorde con los nuevos tiempos, están a dieta, socialismo éste de racionamiento) o al “agro” (“por la libre”) mientras que el turista tendría que ir a la “shopping”, término éste extranjero adecuado para el extranjero que compra con dinero extranjero, lugar al que iban los cubanos cuando disponían de billetes en divisas, pues solamente ahí podían encontrar, si tenían suerte, productos básicos por encima de lo más elemental. La economía sumergida, que inundaba (e imagino que sigue) todos los sectores, incluidas las mordidas para conseguir cualquier tramitación, se nutría de prestaciones y servicios que se cobraban en CUCs (“por la izquierda”).
De todo lo cual se deriva que, siendo
todos los ciudadanos funcionarios (no se han admitido hasta ahora empresas
privadas), eran al mismo tiempo ciudadanos de segunda, todos por definición, ya
que no se admitía que el ciudadano cubano manejara pesos convertibles. Lo cual
se tradujo en un apartheid de facto, pero no racial, sino monetario. Un
apartheid de (casi) todos los cubanos.
Cuba es el único país en el que los
ciudadanos, siendo todos funcionarios, eran (casi) todos ciudadanos de segunda.
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