Deportados a la URSS, pronto los marinos se enteraron de la situación
real: encarcelamiento, represión y asesinato de anarquistas y
socialrevolucionarios; omnipresencia de la policía política; racionamiento al
pueblo (mientras los jerarcas gozaban de privilegios); confiscación de cosechas
y exacción de alimentos a los campesinos; recaudación de impuestos a punta de
fusil y, a cada paso, escenas de hambre y desesperación. Tras varios meses de
no creer lo que veían, les tocó presenciar la primera matanza de proletarios
ejecutada por el Estado “proletario”.
Los marinos no buscaban la restauración del capitalismo y estaban
lejos de proponer la vuelta al régimen parlamentario que habían ayudado a
derrocar. Los marinos buscaban un margen de libertad dentro del socialismo. De
nada valió la rogativa desesperada y digna de un viejo obrero recordando a Zinóviev
los servicios de los marineros a la Revolución. Lenin y Trotski firmaron las
órdenes y echaron la culpa a los “contrarrevolucionarios”.
La Cuba de Castro y la Venezuela de Chávez y Maduro navegan todavía en
un mar de impunidad histórica y no faltan regímenes “progresistas” que buscan
emularlos. Sus defensores siguen pensando, como Lenin y Trotski. que el fin
justifica todos los medios.
* * *
Lo que sigue, sobre Madrid, lo
escribe Pepa Bueno:
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Los problemas con las vacunas ponen en evidencia la fragilidad de las instituciones europeas (P.Krugman)
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