Para distinguirnos de los demás
animales, destacamos rasgos tales como el habla, la racionalidad, el arte,
nuestra naturaleza política (ζώων πολιτικόν, tanto en el sentido urbano como en
el de interesarse en el bienestar general)… Pero si se trata de diferenciarnos
de las plantas, antes que en su capacidad clorofílica (respirar y alimentarse
con la luz…, madre mía) yo realzaría la movilidad.
La planta no se mueve. Nosotros, sí. Y vaya que si nos movemos…
Tanto que fuimos andando desde Etiopía hasta la Patagonia, via el estrecho de Bering, y hasta Australia y España por Mesopotamia. Y mira las pateras en las que, con tal de mudarnos a lugares donde poder sobrevivir, cruzamos el Mediterráneo con niños y hasta sin saber nadar. Por cierto que la crisis migratoria no es tal crisis sino más bien una crisis de los principios y cimientos de Europa, cuyas "fronteras-espectáculo", en término del profesor americano Nicholas de Genova, priman la soberanía de los Estados por encima de los derechos humanos.
Tanto que fuimos andando desde Etiopía hasta la Patagonia, via el estrecho de Bering, y hasta Australia y España por Mesopotamia. Y mira las pateras en las que, con tal de mudarnos a lugares donde poder sobrevivir, cruzamos el Mediterráneo con niños y hasta sin saber nadar. Por cierto que la crisis migratoria no es tal crisis sino más bien una crisis de los principios y cimientos de Europa, cuyas "fronteras-espectáculo", en término del profesor americano Nicholas de Genova, priman la soberanía de los Estados por encima de los derechos humanos.
Empezamos a movernos hace 550 millones de años, según nos informa Daniel Mediavilla. Este miércoles, un equipo de científicos chinos liderado por Shuhai
Xiao, de la universidad Virginia Tech (EE UU), ha presentado varias piezas de
una etapa clave de la evolución de los animales: se trata de unos fósiles de
unos 550 millones de años, encontrados en la Formación Dengying, en la zona de
las Gargantas del río Yangtsé, en el sur de China, de seres parecidos a
gusanos, que tendrían simetría bilateral, asociados a rastros fosilizados que
podrían ser suyos o de bichos similares. En el caso de uno de los fósiles, el
vínculo entre el gusano y su rastro es claro, convirtiéndose así en uno de los
ejemplos de locomoción más antiguos que se conocen.
El período en el que vivieron aquellos
gusanos (se han encontrado 35 ejemplares) es el Ediacárico, un tiempo en el
que, por lo que se sabe hasta ahora, aparecieron los primeros animales.
Diez millones de años después, los
yacimientos de todo el mundo muestran un estallido creativo que dio lugar a un mundo, el
del Cámbrico, que nos resultaría mucho más familiar que este del Ediacárico. Prácticamente
todos los diseños que hoy se reconocen en los animales actuales, incluidos los
humanos aparecieron entonces. La capacidad para moverse se generaliza, surgen
los esqueletos y las conchas, que producirían fósiles más abundantes y
mucho más informativos que los de los cuerpos blandos de los seres anteriores,
y la reproducción sexual aparece como una estrategia ganadora para buena parte
de las especies que se ven sin microscopio.
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