sábado, 21 de septiembre de 2019

1941 (S 21/9/19) Anda que…

Para distinguirnos de los demás animales, destacamos rasgos tales como el habla, la racionalidad, el arte, nuestra naturaleza política (ζώων πολιτικόν, tanto en el sentido urbano como en el de interesarse en el bienestar general)… Pero si se trata de diferenciarnos de las plantas, antes que en su capacidad clorofílica (respirar y alimentarse con la luz…, madre mía) yo realzaría la movilidad. La planta no se mueve. Nosotros, sí. Y vaya que si nos movemos…
Tanto que fuimos andando desde Etiopía hasta la Patagonia, via el estrecho de Bering, y hasta Australia y España por Mesopotamia. Y mira las pateras en las que, con tal de mudarnos a lugares donde poder sobrevivir, cruzamos el Mediterráneo con niños y hasta sin saber nadar. Por cierto que la crisis migratoria no es tal crisis sino más bien una crisis de los principios y cimientos de Europa, cuyas "fronteras-espectáculo", en término del profesor americano Nicholas de Genova, priman la soberanía de los Estados por encima de los derechos humanos. 
   Empezamos a movernos hace 550 millones de años, según nos informa Daniel Mediavilla. Este miércoles, un equipo de científicos chinos liderado por Shuhai Xiao, de la universidad Virginia Tech (EE UU), ha presentado varias piezas de una etapa clave de la evolución de los animales: se trata de unos fósiles de unos 550 millones de años, encontrados en la Formación Dengying, en la zona de las Gargantas del río Yangtsé, en el sur de China, de seres parecidos a gusanos, que tendrían simetría bilateral, asociados a rastros fosilizados que podrían ser suyos o de bichos similares. En el caso de uno de los fósiles, el vínculo entre el gusano y su rastro es claro, convirtiéndose así en uno de los ejemplos de locomoción más antiguos que se conocen.
    El período en el que vivieron aquellos gusanos (se han encontrado 35 ejemplares) es el Ediacárico, un tiempo en el que, por lo que se sabe hasta ahora, aparecieron los primeros animales.
       Diez millones de años después, los yacimientos de todo el mundo muestran un estallido creativo que dio lugar a un mundo, el del Cámbrico, que nos resultaría mucho más familiar que este del Ediacárico. Prácticamente todos los diseños que hoy se reconocen en los animales actuales, incluidos los humanos aparecieron entonces. La capacidad para moverse se generaliza, surgen los esqueletos y las conchas, que producirían fósiles más abundantes y mucho más informativos que los de los cuerpos blandos de los seres anteriores, y la reproducción sexual aparece como una estrategia ganadora para buena parte de las especies que se ven sin microscopio.   
      El rastro de los Yilingia muestra el camino hacia unas estructuras que permitirían la movilidad. Las características de este gusano “son las que encuentras en un grupo de animales [con simetría bilateral], un grupo que nos incluye a los humanos y a la mayoría de animales”, indica Xiao. En los fósiles de las Gargantas del Yangtsé se reconstruye nuestra historia.

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