Ya Freud nos desvelaba que la misoginia, que todos los
varones más o menos padecemos, tiene su base en el pánico que nos embargó ante
la primera visión del pubis de la hembra. Cabe sospechar que en ello se inspiró
el icono de la Medusa, la de la cabellera con serpientes por cabellos, esa
figura mítica griega que mataba con sólo mirarla.
Aníbal
Malvar se complace, y nos deleita, con juegos de palabras en su trabajo sobre Pelos en la lengua, en las axilas y en el coño: “No sé si fue en Cuarteto que Manuel Vázquez Montalbán describía el
hallazgo casi traumático de la primera cana en el coño de una de las
protagonistas. Una cana en el coño es el principio del fin. Nuestros pelos,
como las uñas, siguen viviendo y creciendo cuando ya estamos muertos. La
cultura popular no concede aforismo ninguno a la cutícula pero sí al cabello:
dentro de cien años, todos calvos. Por no dejar a Thanatos sin su Eros, añadir
este otro que, sin citarla, sexualiza a su modo la pilosidad: el hombre y el
oso, cuanto más feo, más hermoso.” (O sería más piloso?)
En el Congreso Pedro Sánchez arremetió contra el
Coletas. Pablo Iglesias, que no tiene un pelo de tonto, le contratacó como
él sabe, sin pelos en la lengua. Abandoné
el hemiciclo y me cité con mi psicóloga, la misma que me diagnosticó, entre otras
veintitantas enfermedades mentales, la tricotilomanía: hábito recurrente e
irresistible consistente en arrancarse el propio pelo.
–Te llamo en un rato. Estoy en la pelu.
Leo
eldiario.es porque no hay nada mejor para que se
te caiga el pelo que leer a la competencia informando más y mejor y más serio y
tal. Y veo que mi adorada poliartista Paula Bonet se marca un derrame titulado Pelos en el coño:
«Bajamos al Electropura. Me encuentro con un amigo de una amiga y al final de
la noche acabamos en mi casa. Después de todo el magreo en el bar y de los
lametazos en cara y tetas, el colega me baja la falda. Joder, Bonet, pensaba
que lo llevarías más arregladito. Joder- Bonet- Arregladito. Sí, habéis leído
bien: Pensaba que lo llevarías más arregladito. No supe mandar a aquel señor a
la mierda y empecé a arreglarme el coño. Empecé a estar también más atenta a
los sobacos y a las piernas. A mis casi treinta la broma Es
que soy de Bellas Artes mientras
levantaba un brazo empezó a perder la gracia». (No puedo traducirlo porque no sé en qué idioma
habla.)
“Finalmente, me voy a twitter, donde se censuran pelos y
coños y mujeres lactantes y todo lo que no tenga que ver con la piadosa
ingeniería financiera. Y me encuentro esto de un concejal del PP: Espero que si esta concejala llega a ser vicepresidenta del Gobierno se
afeite antes los pelos del sobaco. Pelos en el sobaco y en el coño, vaya aberración
proetarra, feminazi y separatista. En la próxima ley de igualdad, propongo que
todos los congresistas, al pasar por el arco de seguridad del Congreso, se
bajen los pantalones a ver si llevan pelos en los huevos. Este es el nivel de
nuestra derecha liberal feminista. Una cosa que se han inventado para mirar las
axilas de las mujeres. Ya que de las mujeres, aparte de un agujero físico e
intelectual, no desean otra cosa que una depilación. Nivelazo político e
intelectual. Pedro Sánchez, que ansiaba maridaje, complicidad y abstención de
este PP de los sobacos, le va a ofrecer a Montero la vicepresidencia de
depilación y láser, cargada de contenidos programáticos. Vete a depilar en vez
de estudiar a Lacan, querida Irene, no vaya a ser que tu inteligencia no nos deje ver los pelos de tu coño. Con perdón. Pero así es como
piensa esta gente a la que ruega la abstención (masculina y femenina) Pedro
Sánchez.
Y yo con
estos pelos.
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