jueves, 16 de mayo de 2019

1816 (J 16/5/19) Sobre la fiesta nacional

      A Manuel Vicent no le gustan las corridas de toros. Vedlo, si no:

La bula Salute gregis que emitió el papa Pío V en 1567 contra este cruel espectáculo sigue vigente y la pena de anatema y excomunión que contenía no ha sido levantada. Sin duda los católicos taurinos se pasan este anatema por el forro e incluso puede que algunos lo consideren como a un incentivo más para ir a Las Ventas. Dado que este perro mundo está lleno de estímulos infames el asistir a una corrida de San Isidro, empinar la bota o comerse un pastelillo de nata entre puyazos, estocadas, vómitos, descabellos y encima salir de la plaza excomulgado puede que para ciertos estómagos constituya un atractivo insoslayable. Pero a la sensibilidad del español medio hoy le resulta más duro que el anatema papal el tener que contemplar esta masacre entre señoritos con un puro ensalivado en la boca apoyados en la barrera y con los de la solanera jaleando el chorro de sangre que se desliza por el lomo hasta la pezuña del toro, uno de los animales más bellos de la creación. Y por si la fiesta nacional necesitaba más ajo arriero, más chulería patriótica, más salivazos ideológicos y más moscas llega la extrema derecha, se apropia de este obsceno sacrificio de reses bravas y lo mete en su programa como un hito de la reconquista. He aquí, pues, a un don Pelayo de pelo engominado, con una copa de fino amontillado en la mano proclamando la consigna electoral: en la España cañí, cuantos más votos, más puyazos y más estocadas.



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