viernes, 30 de marzo de 2018

1550 (V 30/3/18) Otras culturas

Como complemento de la entrada de ayer “Cuestión de cultura”, hoy planteamos otro, el de los matrimonios (forzados) de menores. Casar a una hija menor con quien adquiera su propiedad como si fuera una subasta, es convertir al ser humano en un objeto susceptible de ser comprado, generalmente sin consultar a la menor, vendida como si fuera una cabra o una mascota. El colmo se da cuando el violador de una menor tiene derecho (¿ni siquiera obligación?) a casarse con ella, como si con ello reparara el daño ocasionado. Y si lo califican como daño es porque, una vez violada, la menor ya vale menos por haber perdido la virginidad. Encima!
      Y aquí sí que no caben apaños. El respeto a las culturas no nos obliga a aceptar tradiciones que vulneran flagrantemente los derechos humanos, tales como el matrimonio forzado de menores, o la ablación del clítoris…, o cualquier otra costumbre que atente contra los valores fundamentales de la cultura del país donde residen. Incluso en sus países de origen habría que intervenir para impedir dichas prácticas en defensa de los derechos fundamentales de los menores. Estos ceremoniales denigrantes son inaceptables y no pueden por tanto ampararse en el respeto a otras culturas.

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