Frente a las leyes inexorables que rigen la materia en
todo el universo, el espíritu humano solo está gobernado por la fe y la razón,
dos fuerzas implicadas en un combate interminable desde el principio de la
historia. La razón es una fuerza elaborada, muy cara de producir, sometida a
constantes pruebas; es la base de la ciencia y la única herramienta que
poseemos para comprender la naturaleza. En cambio la fe, que puede mover montañas,
es barata de fabricar y muy fácil de obtener, no necesita ser probada, no
admite fisuras, es ubicua e inmutable, se inocula de forma sencilla de padres a
hijos y se propaga velozmente como un virus a cualquier raza y en cualquier
lugar. Los sueños de la razón a veces engendran monstruos, pero a causa de la
fe se mata y se muere, se convierte uno en mártir o en verdugo, se declaran
guerras de exterminio y por decreto, incluso, permite soñar con una felicidad
eterna en otra vida. La fe suele ir acompañada de la emoción, una carga
magnética que los humanos probablemente compartimos con otras especies de
mamíferos superiores. Se trata de una reacción psicofisiológica ante lo real o
lo imaginario, que nos convierte en santos, en visionarios y en fanáticos. De esa
ciega pasión nacen las xenofobias, el odio o el miedo al otro, las banderas,
las patrias y las fronteras. Razón y fe nunca se cruzan, pero están
enraizadas en la vida y determinan nuestra convivencia. Si un extraterrestre,
acostumbrado a las leyes que gobiernan el universo, visitara España en este
momento, creería haber caído en un país de locos poseídos por pasiones
pueblerinas, incapaces de someter sus problemas políticos a la razón,
estúpidos dispuestos a aniquilarse una vez más por un ideal imaginario de
unidad o independencia de una patria hipotética, sin saber que esa montaña que
la fe es capaz de mover, les puede caer encima.
Os remito a la entrada 1399 del 15/9/17: "Cuanto más ilegal es, más emotividad se necesita
para intentar legitimarse". Este texto de hoy no es mío,
pero podría serlo, aunque no tan bien expresado como lo hace M.Vicent.
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