jueves, 14 de septiembre de 2017

1398 (J 14/9/17) El carcinoma

Llevamos una década de crisis en que la propia crisis ha entrado en crisis y se ha acabado admitiendo que la política de un mercado financiero y laboral libres y desregulados que defiende el BUBA (Bundesbank, Banco Federal alemán) con uñas y dientes, no nos lleva a otro sitio que al mayor empobrecimiento de los pobres, al mayor enriquecimiento de los ricos y, consecuentemente, a una mayor brecha de la desigualdad.
       Leo este titular como noticia: “Jean Claude Junker, presidente de la Comisión Europea, prepara la revitalización de la UE tras una década de parón”. Como si fuera una novedad. Como si no vinieran repitiendo la misma promesa cada año desde hace una década para luego no hacer nada en absoluto que ponga en entredicho la política económica austérica que vienen practicando. Y cada año se aprueban al más alto nivel nuevas medidas de incentivación de la economía, en contra de la política austérica impuesta por los alemanes, que después chocan con la barrera ultraliberal germana que la canciller Merkel termina practicando muy a su pesar. ¿Qué tendrá el presidente del BUBA para que ni la canciller ni el ministro de Economía alemán puedan zafarse de su influencia y de su fe dogmática en el libre mercado a ultranza y su consiguiente economía desregulada?
    Este cáncer se expande en una metástasis que va desde las tensiones político-sociales hasta la viabilidad de autoritarismos como los que vemos crecer en la Europa oriental pasando por el desconcierto en Cataluña (que no tendría su virulencia si hubiera menos desigualdad económica y menos corrupción política), todos ellos efectos colaterales de la política económica de la austeridad como objeto de culto incapaz de tolerar y dialogar con los defensores de una regulación de los mercados.
       El carcinoma de Europa tiene nombre y apellido: Jens Weidmann. Y si no se le expulsa del Buba (y, a poder ser, de Europa) no habrá futuro para la economía de la UE por más emplastes que se le pongan. Y mira que lo hemos repetido veces a lo largo de este blog. Porque este Rasputín de la política económica alemana tiene abducidos los cerebros de los que le escuchan.

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