jueves, 26 de mayo de 2016

1206 (J 26/5/16) La desigualdad económica

La desigualdad económica, y consiguientemente social, en la que nos ha sumido la ineficaz, estúpida y cruel política económica del gobierno del PP no sólo es efecto de la restricción del gasto público y el saqueo de las arcas de Tesoro por parte de los políticos corruptos (o sea, de todos los políticos que tocan el poder y gestionan fondos públicos) sino que también es causa de profundización de la recesión económica al disminuir el consumo, y consiguientemente la producción, por falta de recursos económicos de las clases media y baja. Es por ello que también los más afortunados deberían combatir la desigualdad económica (excesiva). A tener en cuenta que España es la segunda más regresiva de todas las naciones de la Unión Europea. Y eso por no hablar del peligro cada vez mayor de que la represión económica pueda estallar en conflictos sociales violentos de los que pueda resultar difícil dar marcha atrás.
Aberración económica y crimen social, tan pronto como se defenestre a este gobierno de nefasta memoria y se puedan tomar medidas para paliar los males que ha causado en las economías familiares, habrá que comenzar con estas cuatro: 1.subir los salarios mínimos hasta un nivel digno de subsistencia de los más desfavorecidos, 2. reducir los salarios máximos que sólo mencionarlos dan vergüenza, 3. complementar los recursos de los peor remunerados con asistencias sociales que hagan de salarios paralelos y 4. fortalecer la capacidad de negociación de la clase trabajadora.
    Veámoslas una por una:
    Aumentar los niveles de renta mínima es una necesidad ya evidente y aceptada hasta por los economistas neoliberales más recalcitrantes. Y no sólo por justicia elemental distributiva sino porque sin capacidad de compra de los más pobres, los ricos ven peligrar su capacidad de ventas y consiguientes beneficios. No es ya discutible entre los sociólogos y los antropólogos que la pobreza es un muro que impide a los pobres que dejen de ser pobres. La meritocracia (que cada uno ocupe su puesto en la sociedad según sus méritos y capacidades) sólo es posible ayudando a los más pobres a salir de su agujero.
    Reducir los ingresos máximos de escándalo habrá que hacerlo por dos vías: una, por ley, estableciendo una proporción máxima en su relación con los salarios mínimos; dos, por aumentos de impuestos progresivos a las mayores fortunas. El modelo danés es digno de imitación.
El campo de las ayudas sociales, tales como becas y libros para estudios, medicinas, asistencia a dependientes, etc., en las que incluimos la sanidad y educación gratuitas y universales (sirva el modelo finlandés), requerirá iniciarse recuperando los servicios públicos y hospitales “externalizados”. No sólo la sanidad y la educación sino también, de inmediato, el agua y la energía. Es conocida la vocación de servicios públicos de la República francesa.
     Y en cuanto a la capacidad de negociación de los trabajadores habrá que reforzar las nuevas organizaciones sindicales comenzando por derribar el edificio institucional de las actuales totalmente corrompidas, sometidas y compradas por los poderes públicos y las patronales. Su financiación será en principio pública fijada por ley sin permitir otras subvenciones como las que han hecho posible los desfalcos de los ERE, mediante cursos de formación que ya sabemos lo que eran realmente. Urge importar la cogestión del modelo alemán donde tanto personas individuales como las corporaciones sindicales forman parte del consejo de administración de las grandes empresas.
    A estas medidas habrá que añadir otras contra la corrupción sistémica como las que controlen la evasión de impuestos y las que prohíban las contrataciones públicas a empresas con cuentas ilegales en paraísos fiscales. También habrá que reducir al máximo los privilegios de los políticos en ejercicio de su cargo (vide por ejemplo la entrada nº 1197 del 11/5/16 "Qué putada!"). Por no hablar de la dotación de recursos humanos y técnicos suficientes a los tribunales de justicia, endurecimiento de las penas por corrupción y devolución de los fondos apropiados mediante prácticas delictivas o fraudulentas. Los nombres de los políticos delincuentes deberían ser publicitados suficientemente para escarnio de los ladrones y mentirosos que accedieron a la política “para forrarse”, según la frase infame del expresidente valenciano Eduardo Zaplana del PP.

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