1. Patas arriba
Santiago Sierra (Madrid
1966) ha hecho desfilar por la Gran Vía de Madrid boca abajo a todos los
presidentes de Gobierno de la democracia, denunciando a la clase política con
frases tan rotundas como éstas: es contra-propaganda, una llamada a la insurrección
contra el régimen político, si Franco no figura en esta procesión es porque su
fascismo era evidente…/… los partidos políticos son organizaciones criminales cuya
tarea es meter mano en la caja común y repartirse el botín de lo público entre
sus cuates, jefes y familiares (o sea que
se comportan de acuerdo con su naturaleza por lo que no debemos escandalizarnos.
Si esto es un hecho y lo aceptáramos como tal, habríamos diagnosticado
correctamente el cáncer para poder ponerle el remedio adecuado, que no debe
quedarse en protestar y lamentarlo). La apoteosis de los cretinos.
Ni izquierda ni derecha, aquí sólo hay arriba y abajo, ellos arriba y los demás abajo…/… La corrupción no es una anécdota puntual, sino que está en la propia naturaleza del Régimen, y la extorsión, su método. Si el que paga al gaitero manda en la tuna, los partidos políticos pertenecen a la banca, que los financia, como los Sindicatos pertenecen al Estado, que los financia. El Estado es un cuerpo parasitario cuyo objetivo no es el bien común sino el bienestar de la elite…/… Europa es una cueva de piratas que nos quiere como camareros y albañiles…/… El trabajo siempre es explotación, es la dictadura. El trabajador no es dueño de su vida y se le roba su tiempo en beneficio de la elite. El trabajo no nos hace libres ni nos hace dignos ni nos hace felices…/… Todo lo que hemos avanzado socialmente lo hemos conseguido no por los políticos sino a pesar de ellos. La democracia es una estafa.
2. Abismo social
En el último sondeo de
Metroscopia a la pregunta sobre la posibilidad de un inminente estallido social
a causa del paro y la pobreza, la respuesta es afirmativa en el 73% de los
encuestados; sobre la desconfianza y desafección hacia los partidos políticos, el
rotundo 97% en contra de ellos no deja lugar a dudas; sobre la injusticia de
los recortes el 96% coincide en lo evidente: que se sacrifica a los más pobres
en beneficio de los ricos; a la suposición de que la violencia social ya habría
estallado si no fuera porque las organizaciones sin ánimo de lucro han actuado
como dique para frenarla, asó lo cree un 86%, etc. Nada que no supiéramos, pero
convenía comprobar que la opinión de la gente es la que pensábamos. La fractura
que se espera dentro del partido del Gobierno con motivo del papel que jugaba
el procesado tesorero, está haciendo que más de uno esté preparando las maletas
para salir corriendo.
3. …---… (S.O.S.! en código morse)
El Presidente del Consejo
General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo exige que se le paguen los
viajes en clase preferente, dada su categoría, “para evitar el mal efecto que podría
causar…, si lo viera quién? Un portavoz del PP con aspecto de carterista
explicaba este privilegio así: en realidad sale más barato que viajen en business porque así ocupan plazas que, de
otro modo, podían quedar libres… Mientras los enfermos crónicos habrán de
pagarse las ambulancias, las ‘fundaciones’ de los partidos reciben subvenciones
por millones de euros para sus estudios y demás zarandajas vitales”. Los altos
jerifaltes exhiben permanentemente una idiocia solamente comparable a su sinvergonzonería,
dice Javier Marías; mienten sin cesar; amnistían a los grandes defraudadores y
persiguen a casi todos los demás.
Remachando esta denuncia, J.I.
Torreblanca nos alerta de que la clase política no hará nada para reformarse a
sí misma. Incluso en la hipótesis de que quisieran cambiar algo, no podrían hacerlo
pues los intereses electorales y de sus partidos les impedirían superar su
opacidad, su blindaje (contra cualquier tipo de control) su cortoplacismo y su
aislamiento. Restaurar el principio de representatividad implicaría
despolitizar las instituciones independientes, garantizar la limpieza y transparencia
en la gestión de las finanzas y de los recursos públicos y supervisar todo lo
relacionado con la democracia interna y la financiación de los partidos. En una
democracia real (ya!) son los representados
los que deben vigilar a sus representantes, son los votantes los que deben controlar
a los políticos. Todo lo contrario de lo que vemos que ocurre todos los días,
que los políticos recelan de los intentos de la ciudadanía por controlarlos más
estrechamente y se defienden y protegen a
estacazo limpio, con porras, fusiles y decretos leyes que recorten los derechos
de los representados.
Suponemos y esperamos que éste sea el espíritu
del nuevo partido X, ya saben, el de los perroflautas, cuya aparición deseamos
como agua de mayo. Pero ya! Porque pedir a los políticos que cambien un solo ápice
de sus privilegios, es pedir peras al olmo. No saldrán nunca de sí mismos, por
sí mismos. Ayudémosles echándolos a patadas. Punto, punto, punto; raya,
raya,raya; punto, punto, punto, SOS en el alfabeto morse: socorrooo!!!
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