A vueltas con la res-publica
1. Cinismo donde los haya
A pesar del desesperado intento
del gobierno por hundir al país en la miseria, seguimos (a pesar de ello) entre
los 20 primeros países del mundo en cuanto a PIB y rpc se refiere. Y a pesar de
eso, cada día se suman más personas a los que carecen de los alimentos más
básicos. A lo cual el gobierno vuelve la cabeza, para no verlo. O nos dirige a
las ONG, o Caritas, o al banco de alimentos, para aliviar las necesidades
extremas. La caridad es efecto de la injusticia y un político que nos remite a
ella está abdicando de su función política de un modo vergonzante.
En su mensaje de fin de año, que ha sustituido al penoso “debate de la nación”
En su mensaje de fin de año, que ha sustituido al penoso “debate de la nación”
anual, el presidente del gobierno nos pidió comprensión y solidaridad, con su política y las crueles medidas
tomadas durante todo el año. Él, que no ha tenido la mínima consideración ni
piedad con los más desfavorecidos, que no se ha mostrado solidario con los más
necesitados, que nos ha mentido a todos de una manera intolerante, que está
desmantelando los servicios sociales, se atreve a pedirnos a sus víctimas que
tengamos con él todo lo que él nos ha venido negando durante todo el año! Pero
cómo se puede ser tan cínico!?
2. Hay algo peor que un gobierno
delincuente?
Sí, un gobierno delincuente
dentro de un marco legal. Promulgan una legislación de segundo rango para
legalizar los delitos contra la norma superior, la Constitución. Y así
confirman el derecho de los bancos a quedarse con las casas de los mismos
clientes a los que antes han estafado. Y así, más que la calidad de la
enseñanza o la formación ciudadana de los escolares, les importa la separación
por sexos o las clases de religión católica. Y así, más que una sanidad
pública, igualitaria, universal y gratuita, les interesa una sanidad rentable
(y eso a corto plazo, porque a largo lo que buscan es una sanidad exclusiva y
elitista). Y así, no les importa que la justicia sea lenta (y por lo tanto
injusta) sino que cobran tasas para agilizarla (aligerarla, diría yo). Y así, recortan gastos que cubrían derechos fundamentales en sanidad, educación,
asistenciales…, aunque al mismo tiempo los incrementan para reprimirlos como
ocurre con los derechos de huelga, o de manifestación, aunque no para reponer
los globos oculares que extraen a pelotazos disparados por un estado policial.
Al ojo de su trasero tendremos que apuntar si queremos que se vayan, porque
ellos por las buenas no se irán,
Menudo chollo. "Pero
si nuestras necesidades básicas no les preocupan, entonces qué les importa? se
pregunta Elisa Cuevas Sánchez, de Madrid. Para qué nos sirven los políticos?
dónde estáis? para qué estáis? para quiénes? hay alguien ahí?”
3. El desapego de la clase política
El desafecto que muestra el
ciudadano contra la clase política es el resultado del desapego que demuestra
la clase política hacia el ciudadano. Nunca les hemos importado mucho (o nada,
fuera del momento de votar) pero ahora ya, quitada la incómoda careta que era
un engorro, no sólo les importamos un pimiento sino que nos escupen cada día
con sus mentiras, crueles inocentadas, eufemismos y demás ambigüedades con las
que vienen insultándonos desde que tomaron el poder. No jugaban al apalabrado
en la Asamblea de Madrid, no; estaban haciendo las tareas, aprendiendo los
juegos de palabras que tocaban esa semana para seguir tomando el pelo al
personal
Observen. Para esto cobran
dietas. Además de sus sueldos y pensiones que ellos mismos se asignan como y
cuanto les da la gana. Pues eso, además, las dietas. Sólo falta algún
representante de la ciudadanía, a la entrada del hemiciclo, tumbado, o de
rodillas, para que le miccionen encima.
Observen atentamente el
entusiasmo que muestran nuestros diputados, los que se dicen “nuestros”
representantes, al votar en la Asamblea de Madrid el “que se jodan” los enfermos y desvalidos que no sean rentables en la
nueva sanidad externalizada: pública,
gratuita, universal y , sin perder un ápice de calidad. Que se jodan!
Sí, señor, con dos güevos, que se jodan los
pacientes y luego los contribuyentes cuando, embolsados los “beneficios” del
negocio a costa de cargarlos a “pérdidas”, tengamos que rescatar los negocios sanitarios privados con fondos
públicos. Os imagináis? Se enriquecerán con los ingresos que obtengan en caja,
el agujero que origine el dinero extraído a puñados se contabilizará como
pérdidas, y luego éstas las cubriremos con dinero público. No estoy
especulando, es lo que está ocurriendo, en Valencia y en Madrid, territorios
pilotos para experimentar este nuevo tipo de negocio. Y mientras, los diputados
practicando los juegos de palabras. A ver, en qué van a ocuparse los pobres, si
no tienen otra cosa que hacer.
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