La posverdad
(mentiras eficaces, hoy llamadas fake
news) es connatural a las redes. La falta de precisión que acompaña a la velocidad
de la comunicación, el anonimato que protege la frivolidad y el desacato, la
dificultad de discernir la verdad de la paja o la mentira, la actividad de
grupos dedicados a la desinformación, la proliferación de rumores y calumnias,
la intromisión en la intimidad de los demás, la dificultad de regular este caos
mediante normas, todo ello facilita la manipulación, el error y la posverdad en
la formación de la opinión pública.
No sé si calificar esta institución como ilegal, inmoral o amoral. Porque partiendo del axioma “el fin (excelso) no justifica los medios (perversos)”, si esa sentencia
constituye el principio de toda inmoralidad, en la posverdad el éxito “legitima”
la mentira, con lo que el fin del objetivo conseguido “hace bueno” lo perverso.
Los políticos no le hacen ascos a esta aberración, la practican continuamente.
Urge, pues, regular esta "actividad" en las redes si no queremos trastornar nuestros
valores y naufragar en un caos informativo cada vez más difícil de filtrar y
digerir, pero cómo se hace eso?
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