martes, 20 de febrero de 2018

1512 (M 20/2/18) La regresión de identidades excluyentes

Lo que sigue no es mío, aviso:
La globalización puede generar un retorno malsano de la identidad excluyente, socavar los fundamentos de la soberanía estatal (el mercado no tiene patria) y provocar el repliegue de los colectivos humanos cuyas identidades son inseguras (naciones-nacionalistas o grupos sociales marginados en la propia sociedad).
    Las reivindicaciones nacionalistas segregacionistas son manipuladas para buscar la separación en vez de la formación de nuevos consensos en un mundo estructuralmente interdependiente. La retórica identitaria oculta intereses de grupos que quieren imponerse en la dirección de la sociedad.
En 1983 Jean-Marie Le Pen construyó el Frente Nacional en torno a temáticas identitarias. Frente al paro, su discurso era sencillo y eficaz: los inmigrantes no son franceses de “origen”, tienen que marcharse a sus países.  El problema del empleo, así, no es social ni económico sino un asunto de identidad nacional. Su lema era: “Primero los franceses” (aunque sean minoría, remedando las exigencias de los separatistas catalanes o de Trump). A partir de aquella época, esa retórica se desarrolló sin parar, haciendo desaparecer la dimensión social de los conflictos, transformando todas las cuestiones de cohesión colectiva en conflictos de pertenencias identitarias. El Frente Nacional sigue siendo el principal partido xenófobo en Europa.
   Y cuando las contradicciones sociales se transforman en problemas de identidades, se vuelven, en realidad, “innegociables” políticamente, es decir, sin solución a corto plazo. El principal fracaso del pensamiento ilustrado es su incapacidad para afrontar esta regresión identitaria porque no sabe articular la necesidad de la diversidad, inherente al proceso de globalización, con la pertenencia democrática común. (Hasta aquí hemos seguido, más o menos, a Sami Naïr en su artículo Derivas identitarias.)
   Un nacionalismo de retóricas identidades cerradas y excluyentes se contrapone a una sociedad que integre elementos  comunes e intereses compartidos. Esta cita corresponde al texto Políticas identitarias y feminismo de Eduardo Madina que pone al feminismo como ejemplo:

     El feminismo no plantea derechos de las mujeres como contrapuestos a los de los hombres porque no defiende intereses de parte de forma aislada y corporativa, sino que pretende la igualdad en un nuevo modelo global de sociedad. Promoviendo la igualdad, no la diferencia, trasciende la dinámica de fragmentaciones que impide proyectos compartidos. La igualdad entre géneros no pretende reforzar la identidad femenina sino que la trasciende para enriquecer a todo el grupo. El feminismo es un “proyecto para todos, hombres y mujeres”, que aspiramos a vivir en una sociedad en la que, junto al principio de la libertad, se aplique el de la igualdad.

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