miércoles, 16 de octubre de 2019

1966 (X 16/10/19) Verdades y mentiras, premios y castigos, delitos y pecados

Voy a escribir de memoria. No me apetece indagar y documentarme sobre el particular. O sea que si digo alguna barbaridad podéis ponerme a parir que lo entenderé.
     Creo recordar que las doce tribus de Israel se repartieron el territorio en once circunscripciones, dejando a la duodécima, la de Leví, la función de financiar el “aparato” y “legislar” sobre los pecados. Como estos dos conceptos iban emparejados, empezaron a prohibir todo lo imaginable para, imponiendo tributos sobre los pecados, financiarse con los recursos necesarios. Las religiones han sido siempre expertas en esquilmar los bolsillos de los contribuyentes y han acumulado riquezas que nunca han saciado su codicia. Los sacerdotes de Amón en Luxor tenían más riqueza que el mismo faraón. Para mí que uno de los motivos para imponer el celibato a los sacerdotes católicos es evitar que los bienes parroquiales se pierdan con motivo de sus eventuales herederos.
     Saco el tema por una frase de Javier Marías, en su columna Que no se libre nadie, que también cito de memoria: “Se ha ido ampliando la lista de actividades ilegales para que todos podamos ir a prisión por algún motivo… Cada vez hay más cosas prohibidas y no entiendo cómo no estamos la mayoría en las cárceles. Así que, en efecto, hoy no se libra de culpa casi nadie”.
      Ya sé, ya sé, que el código moral es un recordatorio de lo que es bueno y lo que es malo (siempre que no contradiga los valores culturales) y que el código penal está ahí para protegernos de los “malos” (jé! y ayudar al condenado a reinsertarse en la sociedad de la que es temporalmente excluido).  Pero tengo para mí que hay algo más. Si hay tipificados demasiados delitos es para poder mandarnos a todos a la cárcel (o al infierno, añado yo), lo ha escrito Javier Marías. La frase, que podría habérsele ocurrido a cualquiera, tiene miga. Se trata de tenernos a todos amedrentados, hacer sentirnos culpables (de todo) y, como efecto directo, ser sumisos al poder. ¿Qué otro sentido podría tener la frase de Xto “el primero que no tenga pecado (que no sea culpable) que tire la primera piedra”? Culpa y miedo, la primera en lo religioso y el segundo en la política, el infierno y la cárcel, son las dos columnas en que se basa el ejercicio del poder mediante la sumisión del creyente y del ciudadano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario