Las alarmas abundan, Europa se tambalea, incapaz
de garantizarnos nada que no sean los activos bancarios.
En España, a la
sumisión de los medios y de los poderes institucionales al gobierno se
añaden todo tipo de artificios para asegurarse el pesebre del poder. Y así se
dificulta el voto a los emigrantes y otras minorías en pro de un estado
monopartidista de facto, el que finge que existe una democracia pero amaña el
juego de tal suerte que sus adversarios políticos nunca ganen. Un ejemplo de
estas malas artes es la reforma de la ley de procedimiento judicial que
aparenta dar agilidad a los procesos penales pero debajo de esa máscara lo que
se encubre es el objetivo de la impunidad de los imputados por corrupción
política. O unas circunscripciones electorales manipuladas. O una financiación
hasta donde haga falta por parte de los plutócratas. O una disciplina del
partido que se acompaña de una clientela electoral comprada con los medios más
diversos, desde el reparto de las comisiones hasta el nepotismo en los cargos
de las administraciones territoriales. Algo muy difícil de desmantelar.
De
los síntomas que amenazan nuestra democracia Elvira Lindo se centra en cuatro:
los ataques a la libertad de expresión (ley Mordaza), el auge de los
nacionalismos (tribales), la desigualdad económico-social (efecto de la
política económica neo-liberal) y la “aparición de movimientos que impugnan las
normas democráticas” (que no llega a concretar). Si pudiera añadir una quinta
yo mencionaría la posverdad, el auge de la mentira como genoma de la política.
David
Trueba nos avisa del peligro de que en los contratos del Estado se
institucionalice la máxima de que “si la cosa sale bien te llevas los
beneficios y si sale mal, que se lo coma el Estado”. Y cita tres casos como
ejemplos: el escándalo de las autopistas (5.700 mills.€), el proyecto Castor de
almacén de gas frente a la costa de Castellón y Tarragona (4.730 mills.€) y la
compra por Telemadrid de los derechos del Atlético y del Getafe. Terminando con
una apelación a la lucha contra la impunidad de los corruptos y la necesidad de enfrentarse al
poder político que es omnímodo, que lo abraza y comprende todo.
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