Lo
mejor de todo (global) es incompatible con lo mejor de algo (especialidad). A
ver qué he querido decir:
Si os
gustan las carreras ciclistas de largo recorrido, como el Tour, la Vuelta o el
Giro, habréis podido observar que un corredor puede ser el vencedor sin haber
ganado ni una sola etapa. Cuestión de medias. Por eso se dice, y con razón, que
no gana quien corre más sino el que llega antes. Si tú conduces a una media de
90 kms/hora llegarás a la meta antes que otro que conduzca a una media de 80,
aunque el otro haya alcanzado puntas de 150 en algún tramo y tú no.
Y eso
no sólo pasa en las carreras. Ocurre con todo, en la vida, en general. Alguien
que no gane en nada, que no sea el primero en nada, se trate o no de una
competición, puede al final, en el conjunto global, ser el mejor de todos. Más
aún, el que se concentra en ser el mejor en algo, probablemente será nulo en
casi todo lo demás. Y lo que es peor, no parecen “rentables” los esfuerzos,
sacrificios, a veces inhumanos, que tiene que soportar para llegar a ser el
mejor de todos en su especialidad.
Por
no tocar su aspecto moral, pues tanto sacrificio requiere un premio al precio
que sea y con tal de conseguirlo no se para en mientes para hacerlo realidad. Altius, citius, fortius, y qué pasa con todos los
demás?
¿Es
esto un elogio a la “mediocridad”? por aquello de la media…? No! Es una
denuncia del masculinismo que sigue vigente en nuestra sociedad, un rechazo del
machismo que adora al campeón, a pesar de que ello deje frustrados a todos los
demás que no consiguieron ser el mejor. Que son casi todos, todos menos uno, el
campeón. Es por tanto un canto al feminismo.
Comentarios:
Una
incógnita: Un canto al femi-qué? pero de qué estas hablando? Estás confundiendo
la velocidad con el tocino, qué tendrá que ver el feminismo con los campeones
de cualquier actividad? o con las “medias” que son un concepto estadístico?
Mi respuesta:
Vale, voy: uno de los rasgos de esta sociedad
patriarcal es premiar a los vencedores de cualquier competición. Que, repito,
deja frustrados a todos menos uno, que es el campeón. Como una escuela de
trepas para ascender a codazos. Y contra esa cuña piramidal la mujer puede y
debe aportar perfiles más romos, redondos, que no haga falta trepar pisando a
los demás, que elimine esa necesidad de ser superior en lo que sea. Y ello por
varios motivos. Primero, porque ser el mejor en algo no sólo no le hace ser el
mejor en todo sino todo lo contrario, se lo dificulta. Segundo, repito de
nuevo, porque la competición deja frustrados a todos los demás competidores que
ahora serán calificados como perdedores (lo que es un estigma). Tercero, porque
no hace falta ser el mejor en algo para llegar a ser el mejor en todo. Sigo…?
No
hace falta maltratar a una mujer para merecer el calificativo de machista. Hay
muchos rasgos sutiles que nos configuran como tales y que subyacen en nuestros
comportamientos de un modo eficaz, penosamente eficaz, por ser menos
perceptibles.
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