Y ya que hablábamos ayer de nuevos palabros, tomad nota de este otro: posverdades:
se trata de versiones que cuajan en la opinión por mor de las emociones más que
por hechos objetivos. U séase, que bordean la mentira de la que son eufemismos.
Pero añade este otro rasgo: el de que
genera convicciones que se traducen en conductas masivas y/o individuales.
Pueden
darse en cualquier medio, pero es sin duda en las redes donde surgen como
hongos ya que la masificación y el anonimato son un magnífico caldo de cultivo.
Pidió
el Papa el voto para Trump? nació Obama en Kenia o en Indonesia? sedujo Bill Clinton
a una menor de 13 años? asesinó Hillary Clinton a un agente del FBI por hacer
públicos sus e-mails privados? de verdad creía lo que prometió cuando dijo que
iba a expulsar a no sé cuántos millones de indocumentados? (sería una mentira
pero seguro que acojonó a más de uno) pensaba Trump levantar un muro en la
frontera con México? y más aún hacérselo
pagar al gobierno mexicano? Estos ejemplos, todos tan absurdos como
completamente falsos, sirven para explicar cómo las posverdades que arraigan en
los receptores se traducen vga. en que Trump ganara las elecciones en USA.
Facebook y Google se proponen controlar estas
falacias. Pero cómo? Un algoritmo no puede detectarlas, pero sí podría
identificar a sus autores, sugiere David Alandete. (Ni sé cómo funciona un
algoritmo de este tipo ni soy capaz de imaginar cómo podría servir de algo.)
Así
que ya sabéis. En qué se parecen Trump y Rajoy? En que los dos mienten más que
hablan. Pero ojo! que si las mentiras sirven o son aceptadas emocionalmente,
dejan de ser mentiras para convertirse en posverdades. Capito?
Y
pensar que las mentiras de Rajoy no son tales sino simples posverdades!
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