La pitonisa de Delfos, el más famoso oráculo de la
antigüedad, se quedaba colgada aspirando no sé si el humo o el vapor del laurel
y, una vez traspuesta y presa de agitadas convulsiones, dice el mito, balbuceaba
incoherencias que no entendían ni los mismos sacerdotes de Apolo que la
interpretaban.
Así que cuando ayer
encendí mi chimenea con las ramas secas de mi laurel, abrí puertas y ventanas
para evitar intoxicarme. Para que luego digan que el conocimiento de los mitos
no sirve para nada.
La verdad es que
no olí a nada, ni siquiera a laurel. Y en menos de un minuto no quedaron ni
rescoldos de las ramitas ni de nada. No me pareció que aquello fuera peligroso,
pero yo bien que abrí las puertas y ventanas. Por si acaso.
Entré luego en
internet para entender qué le pasaba a la pitonisa y por qué y me encuentro con
que el humo o el vapor del laurel es lo más benéfico que se pueda uno imaginar,
según wikipedia. Hasta desintoxicante. Que me aspen. Para que luego digan que el conocimiento de los
mitos sirve para algo.
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